LA RAZÓN DEL TERROR

Una vez más ha habido unos atentados terroristas ante de la indignación, el sufrimiento o la impotencia de miles de personas que se oponen a estos actos. Después de tantos años en que en esta parte del mundo sufrimos una especie de barbarie más propia de los animales, me vuelvo a hacer la pregunta de siempre: ¿Porque?. ¿Qué persiguen con estos actos?. Para mí, que la política sólo representa una pobre escenificación de títeres, sinceramente ya no creo que tengan ningún ideal; para mí su razón de ser es el asesinato. Si les dieran lo que piden, si es que ellos misma saben lo que quieren, pienso que continuarían causando la misma clase de terror y acciones como las que atormentan a los ciudadanos pacíficos que nada se deben, porque ya no tendrían ningún aliciente en su vida.
Estoy seguro de que sin el acto de asesinar, no tiene sentido la adquisición de armas, el entrenamiento, la fabricación de explosivos,... que es lo que puede presentar una especie de atractivo a los jóvenes “descerebrados” que sueñan con formar parte de organizaciones como estas, viviendo la clandestinidad y el riesgo, que tristemente es lo único que les hace sentirse algo en este mundo. Creo que en realidad se trata de personas altamente cobardes, que necesitan de la fuerza bruta para hacerse notar y demandar una atención que en realidad no merecen. No tienen otro medio de vida y pueden disfrazar sus acciones bajo cualquier tipo de objetivo político, pero que no os engañen que su verdadera función en este mundo es matar y sentirse así superiores en algún aspecto de su mísera vida y quizá así también hacer sentir unos desgraciados a las víctimas directas o indirectos de sus actos.
Me resulta triste pensar que pueda haber gente así. Me sabe mal, pero no lo sé entender y me gustaría encontrar quien me lo explicase. Para mí no cabe otra solución que la misma barbarie de la que ellos son capaz y aplicar aquella ley de “ojo por ojo, diente por diente” o quien “a hierro mata a hierro muere”. Quizá de ser capaz de aplicar esto, yo podría llegar a entenderlos, pero igualmente considero injustificada esta otra muestra de barbarie a su mismo nivel. Quizá es esta condición mía la que me hace ver y asumir mis debilidades, pero que también me permite considerarme un ser más evolucionado, a pesar de que otros puedan decidir si yo merezco o no continuar viviendo en defensa de nada más que la crueldad y la fuerza bruta, que es lo único que parece quedarles a quienes no saben dialogar, adaptarse, ceder. Como un matrimonio malavenido en el que no hay libertad ni afecto, sino dependencia, miedo a la soledad, o dominación de uno sobre el otro.
Finalmente es el más débil el que parece caer primero, pero el opresor ya lo ha perdido todo, y, por tanto, también su razón de vivir.