LA JUSTICIA DIVINA

A menudo, cuando hacemos algún favor a otra persona, la gente mayor dice aquello de: “que Dios te lo pague”. En cambio, si alguna vez alguien hace una cosa mal, también dicen que la vida ya le pasará factura.

No sé si será cierto o no que estamos gobernados por fuerzas divinas o leyes del Kama. El caso es que hace poco tiempo, haciendo la compra de la semana, hubo un producto que no me cobraron. Al revisarlo, viendo que la suma en caja era inferior y no cuadraba con la que yo tenía calculada, me percaté y bien podría haberme quedado con aquello sin decirlo, pero opté por notificarlo al vendedor. Después de revisarlo todo, debí pagar el producto de más que me llevaba.

Curiosamente, aquella misma semana, en otro lugar me devolvieron mal el cambio sin que yo me percatase. Al volver a la semana siguiente por la factura, la dependienta, también una persona honrada como quizá pocas encontramos hoy día, me informó del error en el cambio y me devolvió la diferencia.

Así, quizá cabe pensar que una acción correcta vuelve a uno mismo con otra acción semejante y correcta. ¿Pero qué pasa si hacemos algo mal? Pienso con todos esos casos de corrupción, malversación de fondos, tráfico de influencias... Y en vista que tenemos una justicia que no funciona igual para todo el mundo, y que por tanto no es justa, quizá sólo nos queda el consuelo de pensar en esa justicia divina, pero la lástima es que no siempre se manifiesta, no es palpable, no la percibimos. Seguro que si la recibiésemos de manera visible, el mundo sería otro.

Quizá hemos querido proyectar una vida eterna con premios y castigos que atienden a los intereses terrenales de personas que han buscado reconducir, dominar o condicionar a otros, pero por desgracia, hoy en día poca gente cree en todo esto. Parece que como todo, esto es un producto más de la imaginación del ser humano, que ha creado culturas diferentes con proyecciones diferentes sobre otro mundo después de la vida. Y además, si etiquetamos una cosa como sagrada, se convierte automáticamente en incuestionable e intocable. Así, tenemos demasiados puntos de vista divergentes sobre esa eternidad y su justicia.

Lo cierto es que los desengaños que vivimos en este mundo, cada vez nos provocan creer menos, y si casi como conocemos la totalidad del funcionamiento de este mundo, ¿qué vamos a saber de la divinidad? Tal vez sólo rellenamos los vacíos de lo desconocido con lo que conocemos. ¿Pero qué pasaría si estas trazadas imaginadas tuviesen leves pinceladas de verdad, si realmente hubiese justicia divina?  Hay mucha gente esperando verlo, esperando poder creer.

--   Daniel Balaguer  http://www.danielbalaguer.es  https://sites.google.com/site/danielbalaguer
LEER MÁS...

EL ORO DE LOS POBRES

Vivimos en un mundo gobernado por el dinero, no por las personas que lo inventaron, que hoy son sus títeres. Así, esta creación ha comprado a las personas, apoderándose de ellas, envenenándolas con la avaricia: una persona con dinero, siempre tendrá poco, nunca tendrá suficiente, siempre querrá más, y más, y más, y más, incluso a costa de los otros, explotándolos, dominándolos, haciendo que pasen sufrimientos y miserias, parece que sin que esto les manche mínimamente la conciencia. Pero además, el dinero también es el origen de los casos de corrupción, del tráfico de influencias, que van desbaratando más esta maltrecha sociedad avariciosa.

Los que no tienen tanta fortuna económica, dicen que el dinero no da la felicidad, pero siempre acaban añadiendo que ayuda. Así, obtener dinero es el fin de todo el mundo. Unos trabajan por dinero, otros esperan que les toque la lotería; también hay quien engaña a la gente para sacarle el dinero, o quien directamente hurta dinero o lo que sea para venderlo y sacar dinero, como es el caso de los robos de los cables del alumbrado urbano. Sin ir más lejos, el otro día, de camino de casa cuando volvía de trabajar, me encontré a dos mujeres gritando a dos jóvenes, que parecían huir saltando entre los muros, escaleras y bancales. Eran poco más de las tres del mediodía. Al pasar por el lado de aquellas mujeres, mostraban gran indignación porque parece que los dos jóvenes habían estado sacando los cables de una farola, situada en el acceso ante un centro educativo. ¡A plena luz del día! ¡Dos jóvenes, en edad de estudiar o trabajar!

El cobre parece que está de moda, que se cotiza bien. Así, los que no tienen oro o les resulta más difícil alcanzarlo, buscan cobre, que es mucho más fácil de obtener: las ciudades están llenas. Una farola por aquí, otra por allá, un parque... Son objetivos sumamente fáciles, pero antes, estas cosas parece que se hacían de noche; ahora ya ni tan siquiera importa. No hace falta hacer turnos nocturnos si de día se ve mejor.

A este paso, entre la crisis y las ciudades asaltadas por los ladrones del cobre y otra clase de vandalismo, como pintadas y otros daños en el mobiliario urbano, pronto parece que nuestras ciudades acabarán pareciendo esas urbes futuristas que vaticinaban las películas del cine, donde se mostraba una sociedad decadente y miserable. No hace falta una guerra. Nosotros mismos iremos conduciéndonos hacia aquí.

Como el petróleo, que parece que vamos tocando fondo, el cobre también se acabará. ¿Qué será lo siguiente?

--   Daniel Balaguer  http://www.danielbalaguer.es  https://sites.google.com/site/danielbalaguer
LEER MÁS...

LAS FRONTERAS DE LA COMUNICACIÓN

Es indiscutible el gran auge que han cobrado las telecomunicaciones en los últimos veinte años. Así, las ventas de teléfonos móviles, desde su creación, han crecido de forma exponencial y cada vez más personas tienen Internet en sus pequeños dispositivos de bolsillo. Por el momento, salvo disponibilidad de la cobertura y carga de la batería, podemos comunicarnos fácilmente desde cualquier parte con personas que están en otro lugar del mundo. Además, las redes sociales también constituyen un gran punto de cita, encuentro y contacto o con el que compartir diversa información. No cabe duda pues, que esta tecnología, en gran medida facilita la comunicación. Pero a veces este progreso también se convierte en un intermediario excluyente del trato cara a cara.

Por poner algún ejemplo reciente que conozco, sé de dos hermanas se comunican entre ellas desde habitaciones contiguas a través de la mensajería instantánea de sus dispositivos móviles, en vez de ir una a la habitación de la otra y hablar personalmente. También sé de casos que han dado por finalizado un noviazgo por teléfono o mensaje de texto. De este modo, si en ocasiones carecemos del valor o las ganas para decirle a la cara algo a una persona, el móvil también es nuestro aliado, y con un mensaje de texto, fácilmente queda el asunto zanjado.

Así, parece que esta cómoda y práctica tecnología también resta presencia y calidez a la comunicación de persona a persona, dotada del tono de la voz, el contexto y los gestos que la enriquecen.

Está bien disponer de la tecnología, que al fin y al cabo está para ayudar y facilitar las diferentes tareas al ser humano, pero si no queremos deshumanizarnos o convertirnos en seres fríos y distantes, creo que en ningún caso debería ser el sustituto de la comunicación y la relación humana directa, que igualmente debemos potenciar al lado de la tecnología.

--   Daniel Balaguer  http://www.danielbalaguer.es  https://sites.google.com/site/danielbalaguer
LEER MÁS...

OJO O RIÑÓN

A menudo utilizamos algunas expresiones como “eso cuesta un ojo de la cara”, o “le ha costado un riñón”, indicando que esto o aquello otro ha resultado sumamente caro. Pero ¿qué es verdaderamente caro en este mundo? Quizá todo lo que consideramos un lujo. Es curioso, pero sin que a mí me parezca ningún lujo, parece cada vez más que la salud, o mejor dicho, la curación en caso de enfermedad, será para quien se la pueda pagar. Así, parece que los recortes por aquí y por allá van haciendo que mengüen las prestaciones y coberturas sanitarias. Por ejemplo, conozco a un chico que tras sufrir un tumor en el hueso de la pierna y que este se reprodujese, en la sanidad pública finalmente le dijeron que la única manera de evitar su reproducción era cortando la pierna, bien arriba, por la ingle, a ras de la cadera.

Esta es una de las personas que se pudo permitir pagar e ir a una prestigiosa clínica del norte de nuestro país, en la que incluso pudieron cambiarle el hueso entero. Yo lo pienso y no podría permitírmelo, ni esto ni una operación de rodilla, un trasplante, etc.

Al paso que vamos, me veo dentro de unos años con lo de las hierbecillas y los curanderos o la amputación por una sencilla fractura, o incluso, muriendo más pronto de lo necesario si sale algún otro problema de salud que requiera aquella intervención que mi sueldo no me permita pagar. Si me pasa a mí, ¡qué le hemos hacer! Pero quizá lo peor de todo es que también afecta a todos los que están a mi alrededor: pareja, padres, hijos... y también a los que están un poco más allá: amigos, compañeros de trabajo, vecinos, conocidos...

¿Dónde vamos a parar? ¿Lo acabaremos consintiendo como lo hacemos con todo el resto? ¿Llegaremos a vender partes de nuestro cuerpo para poder pagar nuestra curación o la de nuestros familiares?

--   Daniel Balaguer  http://www.danielbalaguer.es  https://sites.google.com/site/danielbalaguer
LEER MÁS...