ANIMAL O SER HUMANO


En el mundo hay personas altas y otras bajitas; hay personas jóvenes y otras con mucha más edad; hay personas con una gran belleza física y otras que la tienen en su interior; hay personas muy formadas y preparadas y otras con mucha experiencia; hay personas que trabajan y otras que no lo hacen o ya lo hicieron; hay personas con mucho dinero y otras que no tienen mucho; hay personas con buenas palabras y otras con nobles intenciones; hay personas que conservan todas las partes del cuerpo y otras a las que les falta alguna; hay personas muy simpáticas y otras más serias ... Pero al fin y al cabo, todas estas personas forman parte del mundo y la sociedad en que vivimos.
Si seguimos observando este mundo, nos podemos dar cuenta que en la propia naturaleza, de la que en algún momento salimos, prima la ley del más fuerte y la supervivencia. Así, podemos ver que un animalito con alguna debilidad o desventaja, bien por la edad, limitaciones físicas, malformaciones, etc. queda a merced del hambre, las enfermedades, los depredadores e incluso en algunas especies, cae en el abandono de los suyos.
Si algo nos puede diferenciar bien los animales, es que los seres humanos no dejan atrás a ninguno de los suyos, sean como sean, tengan lo que tengan. Esto no es nada fácil porque de alguna manera seguimos mirándonos con recelo entre nosotros como si estos instintos animales todavía nos gobernaran. Miramos a la otra persona como la amenaza o la presa a devorar, el lastre, la competidora por el territorio, el rival que busca ser el macho alfa o conquistar a la hembra ...
Con esta misma actitud, fácilmente rechazamos los demás por su aspecto, por su estatus social, por su nivel cultural, por su manera de ser, porque no nos cae bien o piensa de manera diferente a la nuestra ... sin tener en cuenta ese ser humano; esa persona que hay detrás de todo esto, a la que no debemos excluir por lo que su genética o su entorno han acabado haciendo de ella.
Pero parece que mientras el ser rechazado les pase a los demás, no somos conscientes de la suerte que el resto tienen por haber podido nacer en un país desarrollado, tener una buena atención sanitaria, una educación, vivir en una casa con un grifo por el que sale agua, tener a quien nos quiera... Así fácilmente nos podemos creer mejor que esa otra persona que es bajita o gorda, que no tiene trabajo, que ya tiene mucha edad, que tampoco es demasiado simpática ... Cuando en realidad, todas y todos acabamos sentándonos en la taza del váter, aportando nuestra propia mierda al mundo.

LEER MÁS...