ARTE-SANO
¿NADIE SE MUERE DE HAMBRE EN ESTE PAÍS?
Así, es lógico ver que cada vez más personas se vean obligadas al hurto o la búsqueda entre la basura para poder subsistir. Y esto nunca es tarea fácil. Se ha de vencer el amor propio, el orgullo, el sentido de la humillación, la vergüenza, la moralidad. De este modo, los que no se atreven a robar, son los que se ven forzadas a recurrir a la basura. Esto es mucho más que una situación lamentable, pero que no se tomen medidas al respecto por parte de los dirigentes de un país, que prefieren mirar a otro lado, aún es mucho más deplorable.
Fotografía de Majo Revert, de su blog "Viajar con el Alma"
AFÁN DE LUCRO
SÍ A LOS RECORTES
IDEAS DESTRONADAS
EXADICCIÓN
Últimamente cualquiera puede observar a diferentes personas esperando en un portal, en la parada del autobús o en cualquier otro lugar, que aprovechan ese pequeño momento para chatear con cualquier otra persona a través del móvil. Dicen que “está conectado a la red”. Pero también va más allá, incluso podemos encontrar gente que lo hace mientras camina, dentro del tren, del autobús o hasta en el ascensor del centro comercial.
Esto no queda ahí. Igualmente me he topado con gente que es capaz de hacerlo mientras sube por unas escaleras mecánicas o mientras cruza la calle, apenas sin mirar si pasan vehículos o no, con los riesgos que esto podría llegar a entrañar. No dejemos de lado a la gente que lo hace mientras conduce, aunque lleve manos libres. Pero quizá, lo peor de todo, es cuando estamos entre amigos y alguno de ellos se queda ausente, porque está más pendiente del chat del móvil o de las notificaciones de las redes sociales que del encuentro presencial entre amigos. Los demás podemos ver cómo ríe él solo con su móvil mientras nos preguntamos el porqué de esa extraña sonrisa solitaria. A veces se dignan a compartir un video chorra que les acaban de enviar, si es ese el motivo, aunque no siempre se da el caso de que sea esa la circunstancia y el resto permanecemos completamente ajenos a él. Por si fuera poco, algunos pueden llegar a mostrarse nerviosos si no tienen cobertura o se quedan sin batería, buscando desesperadamente un cargador prestado.
No es por nada, pero hasta hace poco, estas mismas actitudes, incluso con un poco menos, eran consideradas propiamente como una adicción a las nuevas tecnologías. Es curioso cómo cambian las cosas. Ahora es algo normal, que está de moda y además, eres un dinosaurio si no estás al día con esta tendencia, a la que parece que nos arrastra y nos obliga el progreso tecnológico. ¿Es realmente necesario?
Yo no soy de esas personas. Tampoco tengo un móvil de última generación, pero mi terminal es lo suficientemente moderno para permitirme consultar el tiempo y el correo o tomar notas para mis escritos. Esto en ocasiones ha provocado que mi mujer me diese un toque de atención, quizá por hacerlo en uno de esos momentos en que aparece la fugaz inspiración y en los que da la casualidad de que se requiere de mi atención plena con los menesteres de la vida diaria y mis obligaciones como padre. A veces estas pequeñas distracciones mías, que me llevan sólo unos minutos, son suficientes para ganarme ese reproche de mi mujer, una persona que coge el móvil si se acuerda y que al mes gasta menos en él que lo que vale un café. Lo cierto, es que si necesita llamar o enviar un correo, lo hace desde mi teléfono y en ese momento es cuando puedo aprovechar para echarle en cara sus reproches, porque parece ser que ella también tiene esa misma necesidad, aunque sea en menos ocasiones que yo. Que estas pequeñas discusiones lleguen a producirse, da que pensar. ¿A dónde podremos llegar los seres humanos? ¿Nos quedaremos entre las nubes?
Tal vez si los dos estuviésemos enganchados cada uno por su cuenta a esas nuevas formas de comunicación, no se producirían estos leves conflictos. ¿Esto sería bueno o malo?
VISIONES DEL FUTURO
SIN CAMBIOS
INTOLERANCIA
SALIR DEL ARMARIO
POR GRACIA Y SIMPATIA
Los seres humanos nunca dejan de sorprenderme, sobre todo, por el contraste que presentan sus dos diferentes facetas: por un lado, todo aquello que representa al bien, que muestra afecto, sensibilidad, belleza, cortesía... Y por otro, todo aquello que personifica al mal, como el egoísmo, la hipocresía, la intolerancia, la desconsideración...
Quizá, lo más curioso de esta doble faceta, se muestra en la relación con los demás: ante una persona presenta una cara, y ante otra, exhibe una actitud completamente diferente. A veces, incluso entre los propios familiares, que ante ti, muestran una actitud de afecto, de aprecio, de respeto, y cuando no estás presente, hasta por el simple hecho de querer ganarse la simpatía de otra persona o caer en gracia, son capaces de hablar mal de ese familiar ausente, gratuitamente, con una actitud totalmente contradictoria con la que muestran hacia esa persona de la que tan fácil nos resulta hablar mal a sus espaldas.
No deja de sorprenderme esta característica de la personalidad humana, que también es capaz de ridiculizar o burlarse de una persona para parecerle graciosa a otra. Es fácil hacerlo, y además, lo hacemos con soltura. Y quizá, lo peor de todo, es que resulta una actitud aprendida, que vivimos de nuestros padres y transmitimos a nuestros hijos, pero que encima sea para ganarse la simpatía o el afecto de otros... ¿Cómo podemos ser tan mezquinos?
Generalmente no oímos lo que se dice a espaldas de nosotros, pero ¿Qué pasa si en alguna ocasión llega a nuestros oídos? Duele ver esta actitud de la gente que apreciamos. ¿Seríamos capaces de reconocer esta conducta y evitarla?
-- Daniel Balaguer http://www.danielbalaguer.es https://sites.google.com/site/danielbalaguer
TODO BAJO CONTROL
UN BICHO RARO
-- Daniel Balaguer http://www.danielbalaguer.es https://sites.google.com/site/danielbalaguer
EL SENTIDO DE LA FE
A menudo los seres humanos han debatido sobre la existencia o no de fuerzas divinas. Se dice también que creer en algo no visible ni demostrable científicamente, es sólo cuestión de fe. La fe, simplemente se tiene o no se tiene. Pero ¿Qué es la fe? Dicen que mueve montañas. ¿Cómo lo podríamos explicar?
Quizá podamos utilizar el sencillo ejemplo de las espinacas. Se dice que hacia 1930 las autoridades sanitarias de un conocido país se vieron desbordadas por el aumento del número casos de anemia producidos por la falta de hierro. Pronto se iniciaron campañas entre la población para popularizar el consumo de alimentos ricos en este mineral. Según un estudio publicado en el año 1870 y por un error en la trascripción del intérprete, se trascribieron mal los datos originales, corriendo los decimales de la cifra y por tanto, multiplicando por diez el contenido en hierro de las espinacas.
Este error dio lugar a que se disparase la producción y el consumo de espinacas, incluso llevándolo a la televisión a través de un personaje animado que al tomar espinacas, cobraba una fuerza y vigor espectaculares. Aunque luego se descubrió el error, el aura del personaje siguió eclipsando la realidad y el mito aún persiste en nuestros días.
Esto explica el poder de la fe. Los seres humanos parece que necesitamos creer en algo para movilizarnos, para producir y consumir espinacas, para verlo en la televisión, indistintamente que el origen de esa creencia esté fundamentado en errores o imperfecciones. Creer en algo nos ayuda a ser mejores, a sacar fuerzas, a mover el poder de la humanidad. Y mientras, los que no creen, los que están convencidos de que estamos aquí por una serie de mutaciones aleatorias, producto de la evolución, quizá se limitan a vivir, naciendo, creciendo, trabajando, amontonando riquezas, reproduciéndose y envejeciendo sin más, como robots, tal vez también sin preocuparse por los demás.
-- Daniel Balaguer http://www.danielbalaguer.es https://sites.google.com/site/danielbalaguer
UNA QUEJA
A menudo oigo la gente quejarse: si está calvo, si tiene demasiado pelo, si tiene trabajo, si no tiene trabajo, si tiene los cabellos rizados o si los tiene demasiado lisos; si está casado o si no tiene pareja; si está solo, o si un pesado quiere que le acompañe a algún sitio; si tiene hijos chicos o si son chicas; se queja también del tiempo, de los políticos, de los vecinos, de la programación televisiva, de los anuncios, de la manera de pitar el árbitro o del entrenador de su equipo de fútbol favorito... Así, sea como sea, parece que todos nos quejamos de todo. ¿A qué se puede deber tanta insatisfacción? Se dice también que debemos aprender a ser optimistas, pero la mayoría parece que ve más fácilmente el lado oscuro de las cosas. ¿Porque vemos siempre la parte más miserable de las cosas y somos más proclives al pesimismo y la queja?
Quizá todo se deba que nos han educado más así y tenemos esta actitud aprendida, y por tanto, una oscura manera de ver la vida programada en nuestro subconsciente. Pero por otro lado, lo curioso es que cuando nos quejamos de los otros, siempre lo hacemos a sus espaldas: tampoco hemos aprendido o nos han enseñado a decir las cosas a la cara, sin ofender, buscando las soluciones para llevar a cabo la mejor convivencia. También a menudo nos gusta quejarnos, pero cuando alguien se queja de nosotros, eso no nos gusta tanto. Parece que nos ofende.
Entonces, esto nos permite ver la compleja dimensión de las relaciones humanas, que como seres dotados de inteligencia, en lugar de buscar soluciones, una vez tras otra nos enfrascamos creando problemas y más problemas de diversa índole, que a menudo nos cargamos en la mochila negra, quizá buscando utilizar posteriormente nuestra inteligencia para tratar de solucionarlos. No es por nada, pero parece un derroche de energía. ¿Acaso no tenemos nada mejor que hacer?
Quizá el primer paso para corregir esta manera de ver las cosas y de actuar, es percatándonos de estas actitudes arraigadas en nuestra manera de ser y ver que también nos rodean en el grupo de personas entre las que nos movemos. Una vez detectadas, el siguiente paso consistirá en hacer el esfuerzo necesario para liberarse de ellas y corregirlo, aprendiendo a ser más positivos. Por supuesto que no debe ser nada fácil encontrar el lado positivo de una tragedia. No hay optimismo que valga, pero seguro que con el tiempo, la práctica y las últimas vivencias, si no nos dejamos arrastrar ni alimentamos el negativismo, veremos como surgen nuevas oportunidades que aportarán luz y color a nuestras vidas.
-- Daniel Balaguer http://www.danielbalaguer.es https://sites.google.com/site/danielbalaguer
LA JUSTICIA DIVINA
A menudo, cuando hacemos algún favor a otra persona, la gente mayor dice aquello de: “que Dios te lo pague”. En cambio, si alguna vez alguien hace una cosa mal, también dicen que la vida ya le pasará factura.
No sé si será cierto o no que estamos gobernados por fuerzas divinas o leyes del Kama. El caso es que hace poco tiempo, haciendo la compra de la semana, hubo un producto que no me cobraron. Al revisarlo, viendo que la suma en caja era inferior y no cuadraba con la que yo tenía calculada, me percaté y bien podría haberme quedado con aquello sin decirlo, pero opté por notificarlo al vendedor. Después de revisarlo todo, debí pagar el producto de más que me llevaba.
Curiosamente, aquella misma semana, en otro lugar me devolvieron mal el cambio sin que yo me percatase. Al volver a la semana siguiente por la factura, la dependienta, también una persona honrada como quizá pocas encontramos hoy día, me informó del error en el cambio y me devolvió la diferencia.
Así, quizá cabe pensar que una acción correcta vuelve a uno mismo con otra acción semejante y correcta. ¿Pero qué pasa si hacemos algo mal? Pienso con todos esos casos de corrupción, malversación de fondos, tráfico de influencias... Y en vista que tenemos una justicia que no funciona igual para todo el mundo, y que por tanto no es justa, quizá sólo nos queda el consuelo de pensar en esa justicia divina, pero la lástima es que no siempre se manifiesta, no es palpable, no la percibimos. Seguro que si la recibiésemos de manera visible, el mundo sería otro.
Quizá hemos querido proyectar una vida eterna con premios y castigos que atienden a los intereses terrenales de personas que han buscado reconducir, dominar o condicionar a otros, pero por desgracia, hoy en día poca gente cree en todo esto. Parece que como todo, esto es un producto más de la imaginación del ser humano, que ha creado culturas diferentes con proyecciones diferentes sobre otro mundo después de la vida. Y además, si etiquetamos una cosa como sagrada, se convierte automáticamente en incuestionable e intocable. Así, tenemos demasiados puntos de vista divergentes sobre esa eternidad y su justicia.
Lo cierto es que los desengaños que vivimos en este mundo, cada vez nos provocan creer menos, y si casi como conocemos la totalidad del funcionamiento de este mundo, ¿qué vamos a saber de la divinidad? Tal vez sólo rellenamos los vacíos de lo desconocido con lo que conocemos. ¿Pero qué pasaría si estas trazadas imaginadas tuviesen leves pinceladas de verdad, si realmente hubiese justicia divina? Hay mucha gente esperando verlo, esperando poder creer.
-- Daniel Balaguer http://www.danielbalaguer.es https://sites.google.com/site/danielbalaguer
EL ORO DE LOS POBRES
Vivimos en un mundo gobernado por el dinero, no por las personas que lo inventaron, que hoy son sus títeres. Así, esta creación ha comprado a las personas, apoderándose de ellas, envenenándolas con la avaricia: una persona con dinero, siempre tendrá poco, nunca tendrá suficiente, siempre querrá más, y más, y más, y más, incluso a costa de los otros, explotándolos, dominándolos, haciendo que pasen sufrimientos y miserias, parece que sin que esto les manche mínimamente la conciencia. Pero además, el dinero también es el origen de los casos de corrupción, del tráfico de influencias, que van desbaratando más esta maltrecha sociedad avariciosa.
Los que no tienen tanta fortuna económica, dicen que el dinero no da la felicidad, pero siempre acaban añadiendo que ayuda. Así, obtener dinero es el fin de todo el mundo. Unos trabajan por dinero, otros esperan que les toque la lotería; también hay quien engaña a la gente para sacarle el dinero, o quien directamente hurta dinero o lo que sea para venderlo y sacar dinero, como es el caso de los robos de los cables del alumbrado urbano. Sin ir más lejos, el otro día, de camino de casa cuando volvía de trabajar, me encontré a dos mujeres gritando a dos jóvenes, que parecían huir saltando entre los muros, escaleras y bancales. Eran poco más de las tres del mediodía. Al pasar por el lado de aquellas mujeres, mostraban gran indignación porque parece que los dos jóvenes habían estado sacando los cables de una farola, situada en el acceso ante un centro educativo. ¡A plena luz del día! ¡Dos jóvenes, en edad de estudiar o trabajar!
El cobre parece que está de moda, que se cotiza bien. Así, los que no tienen oro o les resulta más difícil alcanzarlo, buscan cobre, que es mucho más fácil de obtener: las ciudades están llenas. Una farola por aquí, otra por allá, un parque... Son objetivos sumamente fáciles, pero antes, estas cosas parece que se hacían de noche; ahora ya ni tan siquiera importa. No hace falta hacer turnos nocturnos si de día se ve mejor.
A este paso, entre la crisis y las ciudades asaltadas por los ladrones del cobre y otra clase de vandalismo, como pintadas y otros daños en el mobiliario urbano, pronto parece que nuestras ciudades acabarán pareciendo esas urbes futuristas que vaticinaban las películas del cine, donde se mostraba una sociedad decadente y miserable. No hace falta una guerra. Nosotros mismos iremos conduciéndonos hacia aquí.
Como el petróleo, que parece que vamos tocando fondo, el cobre también se acabará. ¿Qué será lo siguiente?
-- Daniel Balaguer http://www.danielbalaguer.es https://sites.google.com/site/danielbalaguer