LA COMUNICACIÓN

A pesar de que parece el título de un tema de primaria, a nuestra edad parece quedar muy lejos esta materia que resulta fundamental para las relaciones humanas. A veces hemos ido a la escuela pensando que cuanto nos enseñaban, no servía para muchas cosas en la vida real; que la experiencia es la mejor universidad, y no nos percatábamos de la profundidad de su contenido.
El lenguaje es un instrumento de control del comportamiento ajeno, pero no somos realmente conscientes del poder de la comunicación, como una acción que puede cambiar el mundo a nuestro alrededor sólo con abrir la boca y decir algunas palabras. Por poner un sencillo ejemplo: Sin movernos del lugar, podemos acercar una silla, un libro, sólo diciéndole a alguien que lo haga por nosotros.
Pero a veces, abrir la boca más de la cuenta también nos puede llevar problemas, a pesar de que la lengua no tiene hueso y nos gusta bastante llevarla suelta. Así podemos herir a las personas sin tocarlas o de la misma manera, también nos pueden herir a nosotros. Ya se dice en el libro de Proverbios (21:23) “El que guarda su boca y su lengua, se preserva a sí mismo de angustias”.
Otra característica de nuestro lenguaje es que somos capaces de darle emotividad, pero bastante a menudo, no sabemos expresarnos correctamente, no encontramos las palabras adecuadas para nuestros sentimientos o no siempre los demás entienden qué queremos decir. Además, cada vez imperan más las nuevas tecnologías en nuestras comunicaciones, de manera que parece que nos aproximan en las distancias o nos lo hacen más sencillo, pero en realidad no permiten ese contacto humano tanto necesario, que también hace que a veces no sepamos expresarnos adecuadamente cara a cara con otra persona, o nos incomode hacerlo.
Pero además, un aspecto muy importante dentro del proceso comunicativo y quizá de los más descuidados y que por no ponerse en práctica da pie a muchos malentendidos, es lo que se nombra retroalimentación, que consiste en hacerle saber al nuestro interlocutor lo que hemos entendido de cuanto él nos ha dicho, pero a veces el problema también radica en que no sabemos escuchar.
Hay que decir que la capacidad de comunicación tan evolucionada del ser humano es la que más nos diferencia de los animales y es el lenguaje lo que también más nos ha permitido evolucionar, por eso hace falta no descuidarlo y debemos hacer siempre un uso adecuado. Dicen que “Las palabras dulces multiplican los amigos y un lenguaje amable favorece las buenas relaciones”. Y también “No retengas tu palabra cuando sea necesaria. No seas insolente en tu lenguaje, y perezoso y reticente en tus obras”.