MATEMÁTICAS PARA TORPES

Sube el IVA, sube el IBI, sube la luz, sube el gas, sube el combustible, se pagan los medicamentos... Se recortan los sueldos de los funcionarios, se recortan las prestaciones por desempleo, se recortan los sueldos... Estas son algunas medidas que dicen que se van a aplicar para salir de la crisis, pero me parece que en realidad, están dando “palos de ciego” y con ello, están atizando a todo el que está por medio.

La sociedad del consumo está en crisis. ¿Cómo esperan rescatarla con estas medidas?. Si una familia ha de ajustar su economía porque tiene pocos ingresos, aunque sólo sea lo justo para comer, pagar la casa y los impuestos, apurarán para comprar ropa cuando sea estrictamente necesario, al igual que cambiarse esa vieja nevera o lavadora. Prescindirán del autobús o de ese café o almuerzo en el bar, o incluso utilizarán el coche lo menos posible, postergando quizá esa revisión o el cambio de ruedas. Tampoco podrán ahorrar, ni comprarán esa tele nueva, ni se irán de vacaciones a un hotel de la costa, ni les llegará para comprarse una revista o libro que leer...

Es decir, esa familia dejará de consumir, y con ello, contribuirá a reducir los ingresos de las personas que dependen del consumo. Si multiplicamos familias con ajuste económico, la recesión va afectando a otros comercios y empresas, con lo que pronto tenemos otras familias más en la misma situación que las primeras, con lo que nos encontramos ese círculo oscuro y vicioso que nos va ahogando más a todos en la crisis.

¿Realmente queremos salir de la crisis?. ¿Queremos mantener el modelo de sociedad de consumo?. A mi más bien me parece que por si la cosa se pone peor, algunos se quieren llenar bien las arcas aún a costa de los demás, que siempre somos los mismos, la clase trabajadora.

Así, parece que una cosa está realmente clara: nos van a sacar hasta el último céntimo que podamos tener, pero ¿qué pasará cuando ya no nos quede ni uno?.

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ESTÁS CASTIGADO

Siempre nos han dicho que a veces una bofetada a tiempo es el mejor remedio para cortar actitudes de los hijos que no gustan a los padres, pero cuando la cosa parece irse de las manos, la única herramienta que conocemos ya es el castigo. Esto es lo que todos hemos aprendido y estas fórmulas se han ido aplicando unas generaciones tras otros, quizá con el convencimiento de que son las únicas herramientas que funcionan en la educación de los hijos.

Pero ha llegado un punto que ese “coscorrón a tiempo”, que incluso te lo podía dar el maestro en la escuela, se ha considerando un atentado contra los derechos del menores y quizá así también se ha perdido esa disciplina y respeto que había antes. Entonces, se recurre al castigo como la segunda y única opción. Pero ¿funciona?. ¿Hemos tenido que castigar más de una vez por un mismo tipo de acción?.

Resulta curioso que los abuelos o los padres, que sufrieron hambre y calamidades o falta de recursos, se dijeran a sí mismos “que mi hijo no sufra lo que yo padecí y tenga de todo”. Así, quizá de alguna manera también contribuyeron a sumergir los hijos en el consumismo, que junto a la indisciplina... Pero ¿qué pasa con el carácter, con los afectos, con las relaciones?. ¿A nadie le preocupa que no haya un cambio, una mejora, que nuestro hijo no sufra las mismas huellas en su personalidad?.

Quizá a menudo deberíamos probar otras herramientas, que tal vez nadie las aplicó en nosotros. Así, en lugar de medirlo con el hermano o el vecino, o menospreciando la falta de alguna aptitud, podríamos respetar su diferencia, reforzando sus aptitudes, ayudando a adquirir nuevas... En lugar de castigar ante las malas actitudes, podríamos probar recompensando las buenas. Una recompensa no es comprarle siempre algo al niño, sino una sonrisa, una muestra de alegría, unas palabras de satisfacción, una palmadita en la espalda, un reconocimiento delante de otros... Cosas muy baratas.

Quizá así nos han enseñado más a menospreciar que a elogiar los otros; a ser más fuertes, acorazando la sensibilidad, antes que mostrar los sentimientos; a ser dominadores en lugar de sumisos; a aparentar lo que no somos, porque también tenemos siempre al otro como punto de referencia para pasarle delante, ser más que él o imitarlo, paradójicamente convirtiéndose así en dominadores dominados, en almas de paja detrás de grandes murallas de castillo.

Es momento de plantearse cambios.

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PALABRAS Y OTRAS DROGAS


Hace poco fue el día mundial de la lucha contra las drogas y unos días antes, me invitaron a unas charlas sobre drogas en un instituto, como una herramienta de prevención. Curiosamente, hacía ya mucho tiempo que no paseaba por los pasillos llenos de esos adolescentes que quizá algunos califican de indisciplinados, que ya no tienen respeto por los profesores o los adultos o que no hacen otra cosa que pasar el tiempo, sin estudiar ni querer trabajar. Pero al fin y al cabo, quizá es más o menos lo que siempre han acabado diciendo todas las generaciones mayores sobre sus sucesores: “que a esta juventud no hay quien les entienda”. Quizá en realidad también se deba a que perdemos sintonía con el paso de los años.
La prevención sobre el uso indebido de las drogas, quizá es otra más de las grandes olvidadas, y más ahora, en tiempo de crisis. Debo decir que en estas charlas a las que acudí, a pesar de que no estaban mal y aportaban algunos datos interesantes, aunque quizá también demasiado técnicos y un poco desfasados, a menudo estuve a punto de dormirme, no sin poder haber observado como algunos de estos adolescentes también bostezaban; miraban hacia cualquier lugar sin prestar atención o incluso charlaban entre ellos. Ciertamente, la persona encargada de dar la charla, no conectó con su público adolescente. Quizá esta no siempre es una tarea sencilla, y más con los cambios en la educación, la disciplina o los valores, pero si algo de provecho se persigue sacar, como en este caso con una información útil como pueda ser la prevención ante del uso de las drogas, es necesario actualizarse y saber enganchar con el público, quizá como supo hacer la Unidad de Prevención Comunitaria en Conductas Adictivas de nuestra ciudad al organizar para este día, un partido amistoso de fútbol en el que pudieron participar los bomberos y otras entidades locales, aparte de algunos jóvenes que estaban en tratamiento por su adicción.
Esta actividad fue una muestra de implicación, participación y colaboración entre diferentes recursos de nuestra ciudad que quizá, arrastrados por el poder de convocatoria del fútbol, hizo que todos disfrutasen de la experiencia, y más esos jóvenes que necesitan apoyo y motivación para salir adelante lejos de las drogas, y en especial, en esta sociedad actual donde quizá los jóvenes también encuentran muchas dificultades para forjarse la personalidad y poder abrirse futuro.
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CERCA DEL INFIERNO


Una vez más el fuego nos rodea, afecta también muchos otros países. Se dice que en la mayoría de los casos, suelen ser provocados, pero ni tan siquiera el aumento de las penas impuestas ante este tipo de acciones, suele frenar a estos terroristas de la naturaleza, porque parece que están seguros que no los descubrirán con facilidad.
 Hay intereses alrededor de la madera, por los terrenos para construir urbanizaciones, para canalizar un gasoducto, hacer una vía de tren o una autopista, pero también para forzar la contratación de medios de extinción o aumentar sus partidas presupuestarias.
Actuando así, hay que proponer que los mecánicos del automóvil podrían dedicarse a crear daños en los coches aparcados en la calle para así tener más trabajo con las consiguientes reparaciones necesarias. Los farmacéuticos podrían difundir numerosa clase de virus en el aire para vender más medicinas. Los electricistas podrían producir apagones para que necesitásemos de sus servicios. Los pintores también podrían manchar las fachadas para que igualmente los necesitásemos. Los constructores podrían derribar algunas casas para así tener que construir nuevas. Lo mismo cabe pensar de los policías, que podrían liberar pronto a los delincuentes para que volviesen a sus actividades delictivas y así nosotros también tuviéramos que recurrir una vez más a la ley y su justicia.
Sin duda, así tendríamos lugares de trabajo para todos y quizá, con un cinismo como el que muestran todas las personas que hay alrededor de los intereses que provocan los incendios, podríamos salir de esta crisis que nos afecta, está claro que quizá nos adentraríamos dentro de un otra peor, pero hay que ser optimistas: ¡ya encontraríamos la manera de salir!.
Yo por sí a caso, voy a tener que buscar trabajo como corredor de seguros, lo malo es que por el momento nadie quiere asegurar el patrimonio natural.
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