FELIZ CUMPLEAÑOS

¿Porqué la gente pone velas en una tarta de cumpleaños? ¿Porqué se hacen regalos en estas celebraciones? Seguramente todos lo hacemos mecánicamente porque lo hacen los demás, porque se ha convertido en una costumbre o tradición. Ni nos imaginamos que remontándonos mucho tiempo atrás, estas costumbres nacen de la magia y la religión.
En la antigüedad, según diferentes culturas, la costumbre de felicitar, dar regalos y hacer una fiesta con dulces y velas encendidas, entre otros rituales, tenían el propósito de proteger de los demonios a quien celebraba su cumpleaños y garantizar su seguridad durante el año entrante. Inicialmente, el cristianismo rechazó la celebración de cumpleaños por considerarlo una costumbre pagana. Pero un poco después, al empezar a difundirse la fiesta de la Navidad, como se hizo con otras muchas costumbres paganas para ganar seguidores, los cristianos también empezaron a festejar su propio cumpleaños, uniéndose al de su Salvador. Según una tradición alemana, se ponían en las tartas de cumpleaños el número de velas que correspondían a la cantidad de años del homenajeado y una vela grande que era la “luz de vida o luz de Cristo”. En otras culturas, estas celebraciones eran sólo para la celebración del nacimiento de hijos varones entre la realeza.
Historias a parte, actualmente también tiene rasgos altamente consumistas. Así, celebramos el cumpleaños de los hijos varias veces, por ejemplo reuniendo a gran cantidad de amigos de la escuela en un parque de juegos; se celebra también en casa con amigos y familiares; se celebra también en la escuela junto con quienes cumplen años ese mes... Y sobre todo, abundan los regalos de los invitados para el “cumpleañero”.
Curiosamente, sin estar influido por creencias religiosas o costumbres y también por economía, del mismo modo que evitando el consumismo innecesario, en mi casa no celebramos los cumpleaños como tal, y si alguna vez lo hacemos, aunque sea a la larga por uno o por otro, es sólo como excusa para reunir a la familia, porque en ese momento queremos, podemos y nos apetece. No nos regalamos nada y pedimos también que no se traigan regalos. ¿Pero qué pasa cuando vamos a casa de otras personas que si tienen esa costumbre? Nosotros seguimos sin llevar regalos y en el último cumpleaños al que asistimos, la “cumpleañera” no dudó en preguntarnos por qué no le habíamos traído regalo. Obviamente me quedé de piedra, sin saber qué decir, porque a sus cinco años yo no iba a explicarle toda la parrafada anterior.
¿Hasta qué punto estas costumbres influyen de manera positiva o negativa en nuestros hijos? ¿No estamos promoviendo unos hábitos excesivamente consumistas? ¿Podemos estar fomentando que se valore a las personas según hacen regalos o no?
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