TODO BAJO CONTROL


Quizá nunca nos hemos parado a pensar en el control que existe en nuestras vidas, y menos cuando ese control no parte de nosotros, sino que viene desde fuera. A menudo también nos creemos dueños de nuestra libertad, pero en realidad, esta es sólo aparente. Existen sutiles hilos que nos gobiernan a todos, y si no lo crees, reflexiona bien sobre alguna de estas ideas:
La gente sólo se queja en pequeños corrillos de amigos o en escribiendo blogs. Los insurgentes no salen de sus casas porque sólo protestan a través de las redes sociales. Así, por medio de ellas, también se conocen las ideologías de cada uno, con quien las comparte y quiénes son sus contactos, y a su vez, cuáles son sus respectivos datos de contacto. Además, la gente ya no se comunica cara a cara, sino a través de medios informatizados que pueden ser registrados, vistos, seguidos y controlados por otros. Igualmente también está de moda utilizar “la nube” para almacenar archivos e información personal.
Las convocatorias a cualquier tipo de huelga, reúnen siempre a pocas personas. Y si hay que apoyar cualquier causa, se hace desde la comodidad del hogar, detrás de un ordenador, reuniendo pocos millones de firmas, si llega. ¿Qué es eso entre el total de ciudadanos de un país como el nuestro o del mundo entero? Las personas sólo se unen entre millares de ideologías y asociaciones diferentes que dan imagen de diversidad y libertad, pero que en realidad hace que no constituyan una poderosa unión masiva y amenazadora ante quienes ostentan el poder. Y todo movimiento reivindicativo ciudadano que llega la calle, desfallece en cuatro días.
Las personas creen las noticias que los medios de masas les presentan y ven, y también siguen la moda que otros les marcan, y hasta tal punto es tal este poder de control e influencia, que la gente incluso es capaz de arriesgar su salud sometiéndose a una operación estética para alcanzar los cánones de belleza que se han establecido.
Y en estos tiempos, le atribuimos el mal de todo a una crisis mundial ajena y la situación de los países se atribuye a la incompetencia y corrupción de los políticos. Así, mientras ellos son los cabezas de turco, quienes realmente gobiernan el mundo, la economía y los mercados, hacen y deshacen a sus anchas. Realmente, sólo un grupo reducido de hombres controla el precio de los mercados y las leyes de la oferta y la demanda. Y por si fuera poco, las legislaciones benefician a quienes tienen el dinero y el poder, que en muchas ocasiones, incluso se mueven fuera de su alcance.
También se fomenta el uso de tarjetas de fidelización, de débito, de crédito, facilitando información sobre qué compra la gente y dónde lo compra.
Y una pizca de esclavitud también se albira cuando todas las familias tienen que trabajar para pagar su hipoteca y llevar un nivel de vida consumista. Y en estos tiempos de crisis y escaso trabajo, se fomenta que como muchas personas están desesperadas por trabajar, se acogen a cualquier empleo precario.
Finalmente cabe resaltar que la gente esta tan saturada de información por todas las vías, que ya es impermeable a lo que cualquiera les diga. Y lo mejor de todo es que muchas personas ni siquiera leerán esto, y si por error alguna lo hace, seguirá igual, sin difundirlo ni cambiar nada en su vida.
¿No te produce escalofríos pensar realmente en todo esto?
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UN BICHO RARO


Desde pequeño he sido una persona tímida e introvertida, con lo cual, no me relacionaba mucho con los demás. Entonces, la gente no dudaba en calificarme como un “bicho raro”, incluso, dentro de mi propia familia. Ahora han pasado los años. Dicen que todos maduramos; que todos cambiamos, y yo lo he hecho de manera notable, a pesar de que en el subconsciente aún quedan arraigadas pequeñas fracciones de mi carácter inicial, que a menudo brotan dificultando aún un poco mi relación plena con los demás. Pero miro alrededor y me percato que la gente siempre encuentra también en los otros a esos “bichos raros”, que no actúan como ellos piensan que debería actuar todo el mundo o que no hacen lo que a ellos les gustaría que hiciesen.
Es curioso que siempre sean los demás los "bichos raros". A veces incluso nos podemos encontrar gente sumamente hipócrita con el trato diferente con unos a la cara o a las espaldas; gente que es envidiosa y puñetera; gente que siempre está quejándose... y aun así, los otros, los que no tienen estos mezquinos rasgos de personalidad y son más sinceros, más francos, humildes, o tranquilos... son los raros.
Si ser una persona honrada, sincera, que no hace la pelota o le baila el agua a nadie, tranquila, que olvida o deja pasar las ofensas que le causan los otros, o sencillamente que vive su vida con total libertad e independencia, es ser raro... me sabe mal, pero yo estoy encantado de ser así: un chico muy raro, que dentro sus rarezas, es seguramente más feliz que todos esos otros que un día tras otro, le miran de mala gana, o que hablan mal a sus espaldas, o que buscan constantemente sus defectos, o que señalan sus errores, o que querrían borrarlo de su vista, o que le harían todo el daño que pudiesen...
Desgraciadamente, parece que estos "bichos raros" son realmente escasos o exóticos, pero quizá si hubiese más, el mundo sería un poco mejor, más tranquilo, pacífico y agradable. Y si por no ser tildado de "bicho raro", prefieres someterte a lo que otros dirán o quieren a que hagas, digas o piensas... parece que, como los otros “bichos normales”, estaràs condenado a la falsedad, a la inseguridad, a la intolerancia, a la comparación, al menosprecio y por tanto, irás de camino directo hacia la infelicidad. Es tu elección.
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--   Daniel Balaguer  http://www.danielbalaguer.es  https://sites.google.com/site/danielbalaguer
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EL SENTIDO DE LA FE

A menudo los seres humanos han debatido sobre la existencia o no de fuerzas divinas. Se dice también que creer en algo no visible ni demostrable científicamente, es sólo cuestión de fe. La fe, simplemente se tiene o no se tiene. Pero ¿Qué es la fe? Dicen que mueve montañas. ¿Cómo lo podríamos explicar?

Quizá podamos utilizar el sencillo ejemplo de las espinacas. Se dice que hacia 1930 las autoridades sanitarias de un conocido país se vieron desbordadas por el aumento del número casos de anemia producidos por la falta de hierro. Pronto se iniciaron campañas entre la población para popularizar el consumo de alimentos ricos en este mineral. Según un estudio publicado en el año 1870 y por un error en la trascripción del intérprete, se trascribieron mal los datos originales, corriendo los decimales de la cifra y por tanto, multiplicando por diez el contenido en hierro de las espinacas.

Este error dio lugar a que se disparase la producción y el consumo de espinacas, incluso llevándolo a la televisión a través de un personaje animado que al tomar espinacas, cobraba una fuerza y vigor espectaculares. Aunque luego se descubrió el error, el aura del personaje siguió eclipsando la realidad y el mito aún persiste en nuestros días.

Esto explica el poder de la fe. Los seres humanos parece que necesitamos creer en algo para movilizarnos, para producir y consumir espinacas, para verlo en la televisión, indistintamente que el origen de esa creencia esté fundamentado en errores o imperfecciones. Creer en algo nos ayuda a ser mejores, a sacar fuerzas, a mover el poder de la humanidad. Y mientras, los que no creen, los que están convencidos de que estamos aquí por una serie de mutaciones aleatorias, producto de la evolución, quizá se limitan a vivir, naciendo, creciendo, trabajando, amontonando riquezas, reproduciéndose y envejeciendo sin más, como robots, tal vez también sin preocuparse por los demás.

--   Daniel Balaguer  http://www.danielbalaguer.es  https://sites.google.com/site/danielbalaguer
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UNA QUEJA

A menudo oigo la gente quejarse: si está calvo, si tiene demasiado pelo, si tiene trabajo, si no tiene trabajo, si tiene los cabellos rizados o si los tiene demasiado lisos; si está casado o si no tiene pareja; si está solo, o si un pesado quiere que le acompañe a algún sitio; si tiene hijos chicos o si son chicas; se queja también del tiempo, de los políticos, de los vecinos, de la programación televisiva, de los anuncios, de la manera de pitar el árbitro o del entrenador de su equipo de fútbol favorito... Así, sea como sea, parece que todos nos quejamos de todo. ¿A qué se puede deber tanta insatisfacción? Se dice también que debemos aprender a ser optimistas, pero la mayoría parece que ve más fácilmente el lado oscuro de las cosas. ¿Porque vemos siempre la parte más miserable de las cosas y somos más proclives al pesimismo y la queja?

Quizá todo se deba que nos han educado más así y tenemos esta actitud aprendida, y por tanto, una oscura manera de ver la vida programada en nuestro subconsciente. Pero por otro lado, lo curioso es que cuando nos quejamos de los otros, siempre lo hacemos a sus espaldas: tampoco hemos aprendido o nos han enseñado a decir las cosas a la cara, sin ofender, buscando las soluciones para llevar a cabo la mejor convivencia. También a menudo nos gusta quejarnos, pero cuando alguien se queja de nosotros, eso no nos gusta tanto. Parece que nos ofende.

Entonces, esto nos permite ver la compleja dimensión de las relaciones humanas, que como seres dotados de inteligencia, en lugar de buscar soluciones, una vez tras otra nos enfrascamos creando problemas y más problemas de diversa índole, que a menudo nos cargamos en la mochila negra, quizá buscando utilizar posteriormente nuestra inteligencia para tratar de solucionarlos. No es por nada, pero parece un derroche de energía. ¿Acaso no tenemos nada mejor que hacer?

Quizá el primer paso para corregir esta manera de ver las cosas y de actuar, es percatándonos de estas actitudes arraigadas en nuestra manera de ser y ver que también nos rodean en el grupo de personas entre las que nos movemos. Una vez detectadas, el siguiente paso consistirá en hacer el esfuerzo necesario para liberarse de ellas y corregirlo, aprendiendo a ser más positivos. Por supuesto que no debe ser nada fácil encontrar el lado positivo de una tragedia. No hay optimismo que valga, pero seguro que con el tiempo, la práctica y las últimas vivencias, si no nos dejamos arrastrar ni alimentamos el negativismo, veremos como surgen nuevas oportunidades que aportarán luz y color a nuestras vidas.

--   Daniel Balaguer  http://www.danielbalaguer.es  https://sites.google.com/site/danielbalaguer
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