LA MARCA DE LA BESTIA

Conocido es por todos la existencia de numerosas religiones desparramadas por el mundo a lo largo de los siglos, unas más antiguas, otras más modernas y más o menos todas tienen el común de nombrarse estandartes de la Verdad, como una cosa única. Conocidas son también una gran cantidad de barbaridades y guerras promovidas en base a una determinada fe que no es compartida por otros. Estas dos circunstancias han influido notablemente en el desarrollo de la vida humana, la historia e incluso una evolución o progreso de las diferentes sociedades y relaciones entre ellas.
Pero de todas las religiones, hay una que poco a poco va destacando más y más sobre las otras, está claro que también con sus diferentes variantes. Llega al cine, la radio, incluso, ya se difunde por todas partes del mundo mediante la predicación de sus bases, con hábitos o sin ellos, de manera más o menos pura o adaptada a diferentes circunstancias o interpretaciones. A veces resulta curioso que cada una de sus variantes también quiera diferenciarse más de las otras declarándose como la verdadera entre sus hermanas.
Viendo esto, lo más fácil y cómodo resulta declararse ateo. Pero no sólo existe este fenómeno en la religión, sino también en la política, donde incluso hay división dentro los propios partidos y seguidores. Igualmente las marcas comerciales quieren diferenciarse unas de otras luchando contra el avance de las renombradas “marcas blancas”. Crean así una distinción entre quien puede pagar más o no; entre la que dicen que tiene más calidad y por tanto es mejor que la otra; crean división en el vestir, la comida, el coche o la casa. Marcan la diferencia entre quien tiene prestigio y quien no. Igualmente parece más válida una persona con estudios que otra sin ellos. Lo mismo sucede en el deporte, donde los fanáticos de un equipo incluso pueden arremeter contra los fanáticos del equipo rival.
Tanta diversidad y diferencias en las creencias religiosas o ideológicas, la política, las marcas de consumo, la afición por un equipo de fútbol, la educación, etc., lejos de formar parte de una diversidad cultural que resulte enriquecedora, crea división entre los seres humanos. Las divisiones o las discrepancias alimentan el ego y llevan a los conflictos basados en una intolerancia o prejuicios que nos hacen creer que lo nuestro es más válido o mejor que lo de los otros.
Todo esto nos aleja del único camino válido: la de la unión, la hermandad, la tolerancia, el respeto, la comprensión, la ayuda mutua y el amor.
Como consecuencia hay un especial “sufrimiento”, es decir, desajuste en nuestras vidas. Pero no siempre queremos ver el daño que nos hacen las afecciones, deseos y ambiciones, que son, mayoritariamente, programaciones que la misma sociedad nos imprime para hacernos más manipulables. Así nos dejamos arrastrar por esta sociedad, que en realidad también va perdida y navega dentro una misma corriente llena de intereses, pero nosotros pensamos que si ésta corriente tiene más seguidores es la mejor, a pesar de que al fin y al cabo, en realidad no nos ayuda ni nos hace vivir una vida mejor.