LAS IMPLICACIONES DE UNA TROMBOSIS

El viernes por la tarde estábamos volviendo de dar una vuelta con la bicicleta y bajando de la parte alta por una transitada calle del centro, de repente nos percatamos que se hacía una cola de coches. Mirando delante vimos un coche parado en medio de la calle. Después de maldecir por el comportamiento de la gente que no le importa parar su vehículo en medio de cualquier lugar, sin tener en cuenta que pueda estorbar a otra gente, cogimos la bicicleta y yendo por la acera, pudimos librarnos del colapso circulatorio, pensando que se hacía tarde si queríamos ir a la próxima sesión de cine. Cuando pasábamos por delante de aquel coche y la gente a quien parecía estar hablando el conductor, nos percatamos que el coche en realidad estaba averiado. Así que nos detuvimos para ver si podíamos hacer algo. Otro muchacho que había en la acera dijo que después de haber llamado a la policía, le habían dicho a que avisara a su seguro, que ellos no podían hacer otra cosa.
Era un hombre mayor que acababa de recoger el coche de su hijo del mecánico. Nos dijo que no podía mover el vehículo. Nosotros nos lo creímos y le dijimos que sería necesario avisar al servicio de seguros, pero el hombre no llevaba móvil. Toda la gente con quien hablaba el conductor, pronto desapareció y nos quedamos sólo nosotros tres con él.
Hice uso de mi teléfono pensando que llamar a aquella línea especial podía agotar mi saldo del móvil. El servicio de seguros dijo que la grúa podía tardar alrededor de cuarenta minutos y tomó mi número de teléfono para las próximas notificaciones con la grúa. Así que debíamos esperar hasta que esta llegara. Ciertamente nosotros ya no llegaríamos al cine. Mientras tanto, el tráfico empezaba a colapsarse más y más por los dos sentidos. Pasaban conductores "pitando" y maldiciendo nerviosos, incluso los autobuses tuvieron que ir por encima de la acera porque la calle era muy estrecha. Veinte minutos después apareció la policía. Le explicamos que no podíamos mover el coche ni adelante ni atrás, ni poniéndole el punto muerto, que estaba bloqueado. Aquel municipal necesitó pasárselo por las manos. Tan pronto pudo poner el coche en marcha, dijo un poco agitado que si que arrancaba, pero finalmente se percató que efectivamente el coche estaba bloqueado.
Él y su compañero trataron de poner orden dentro de aquel caos circulatorio en el que había gente de derecha, gente de izquierda y también apolíticos; gente creyente, otra atea; gente cristiana, protestante y otra de musulmana; gente que tenía prisa y otra que solo había cogido el coche para ir a cualquier lugar; gente que trabajaba, gente que estaba en el paro y pensionistas; gente de nuestras tierras y gente inmigrante; también peatones que querían caminar por una acera ahora invadida por los vehículos; y de la misma manera, en el parque de enfrente había gente expectante a quien todo le parecía un espectáculo.
Finalmente apareció la grúa y nosotros pudimos continuar nuestro camino hacia casa, percatándonos que la cola ocupaba toda la plaza e incluso uno de los puentes más representativos de nuestra ciudad. Resultaba increíble ver como un pequeño problema que a nadie pudiese importarle, afectaba una gran multitud de la que pocos sabían lo que había sucedido, pero que muchos maldecían. Es curioso también ver todo tipo de comportamientos de la gente en un espacio tan pequeño como el centro de nuestra ciudad y como seamos como seamos, el malestar de una persona puede afectar al bienestar de muchas otras.
Quizá si en algo queremos avanzar en este mundo, ciertamente debemos aprender a cuidar y preocuparnos todos de todos en lugar de mirar solo por nuestro propio culo.
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COMPUESTA Y SIN NOVIO

Éramos un grupo de adolescentes en el que había una chica que para todos los chicos resultaba ser el epicentro de cualquiera las actividades que se hacían. Era muy abierta de carácter y a todos caía demasiado bien, hasta el punto que de alguna manera cada uno de nosotros quería ir más allá de una buena amistad y formar pareja con la chica.
Ella se sentía muy a gusto en aquella posición desde la que nos tenía a todos comiendo en la palma de la mano, incluso alimentaba las esperanzas de cada uno de los chicos con leves insinuaciones o comentarios, pero no se decantaba nunca por nadie, como si quisiese saborear al máximo su posición de poder. Al cabo de un tiempo trajo algunas amigas, quien sabe si para agrandar más el grupo o alimentar su soberanía, pero curiosamente empezó a emparejarnos a unos y a otros, diciéndoles a las chicas algunos detalles de la vida de los chicos o que si a esta le gustaba el otro, o concertando encuentros en solitario... Mientras ella guiaba todas nuestras vidas, aquellas amistades adolescentes rodaban muy bien; de alguna manera todos teníamos lo que necesitábamos pero cuando alguien se percató que todo dependía de sus acciones y quiso actuar por cuenta propia, la amistad quedó desbaratada e incluso llegó a poner enemistad entre hermanos, acusar a alguna de las chicas de borracha y de moral laxa, o incluso de quedar embarazada.
Lógicamente con el tiempo cada chico fue dejando el grupo y buscando una novia más asequible o que no fuera pareja de conveniencia. Así ella se quedó agraviada con casi todo el mundo y sin hablarse con nadie, quitando de su fiel escudero, un chico paciente, noble y de buena voluntad, quizá ya con más esperanzas de conseguir lo que nadie había sabido conquistar. Tampoco tuvo esa suerte!.
Ella finalmente acabó decantándose por alguien de su mismo sexo, con cara de manzanas agrias y sin saludarnos a ninguno por la calle.
En el ser humano resulta curioso donde puede llegar la mezcla del ego, la baja autoestima, el deseo de complacer al otro, los celos, el orgullo, el deseo de ser adulado,... sentimientos que con esta extraña combinación siempre acaban mal, quizá fruto de la superficialidad de nuestras relaciones.
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NO ESTAMOS SOLOS

A menudo me he sentido solo, fuera de lugar en un mundo en el que no acabo de encajar, porque hay cosas que no me gustan o hacen que no me sienta bien. También me he sentido vacío, sin ganas de hacer nada, dejándome arrastrar por este río que no lleva a ningún lugar y en el que también he encontrado gente que, en lugar de echarte una mano para llevarte hacia el borde, aún te empujan más adentro. Pero me levanto cada día con ganas de hacer cosas, pensando que puedo tener un potencial desaprovechado, que podría dar más de mí, pero el mundo no hace más que frenarme, poner obstáculos.
Creo que se podrían hacer muchas cosas para tratar de mejorarlo, por muy condenado que piensan algunos, diciendo que esta vida es una cosa transitoria, o creyendo que vivirla consiste al pasarlo el mejor posible, de fiesta en fiesta, con comodidades y cerrando los ojos ante los problemas de los demás. Pero ahora que aún estamos vivos, creo que debemos aprender mucho a amar y hacer cosas por los otros, dejando de lado nuestras diferencias, nuestros propios intereses, preocupandonos por el bienestar común.
Algunos dicen que soy demasiado idealista, que así siempre iré tropezando, estaré solo y acabaré por no hacer nada. A veces pienso que tienen razón y he llegado a pensar que es un castigo no ser un mortal más que se conforme cada día al ir a trabajar, tener una casa, un coche, pareja, hijos y pasar una rato con los amigos viendo un partido de fútbol con una cerveza. Pero parece que no soy un caso aislado. He encontrado gente que ha vivido o está viviendo la misma situación que yo y nos hemos juntado.
Fruto de nuestras inquietudes, carencias, necesidades, pasiones, capacidades, intereses y deseos de mejorar..., hace tiempo que hemos empezado a reunirnos cada semana. El propósito está claro, y a pesar de que aún estamos un poco perdidos, juntos estamos poniendo una parte de nosotros, buscando cubrir expectativas, motivarnos, apoyarnos para hacer cambios en nuestro entorno, que queremos que empiecen con una nueva forma de relación, en condiciones de igualdad, haciendo lo que nos gusta, aportando lo mejor de nosotros, puliéndonos como personas y sobre todo, conociendo gente y tratando de hacer una red de relaciones humanas, cara a cara, de persona a persona. ¿Te apuntas?

http://noestemsoles.blogspot.com
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LA VOZ DE LA EXPERIENCIA

Hace ya muchos años, acabando de dejar atrás la adolescencia, me puse a trabajar en una fábrica del metal. Allí había gente trabajando desde hacía muchos años, incluso, algunos desde antes de entrar en la adolescencia. Así todos tenían sus rutinas y hábitos de trabajo forjados a lo largo de los años. La mayoría de ellos vivían quemados ya por el esfuerzo físico, con la espalda dolorida y por el trato recibido y la poca vida que gozaban, porque entrábamos de noche y salíamos de noche. Todos hacíamos jornadas de once horas y también trabajábamos el sábado de mañana.
Como yo era nuevo, no conocía ningún procedimiento de trabajo y empecé a hacer algunas cosas según me parecía, porque para el patrón, el que enseña no produce, así que no hacía falta invertir enseñando a las nuevas incorporaciones; ellos ya se cogerían a la marcha de trabajo. En algún caso, mi manera de proceder resultó más ágil y efectiva y algún compañero me llamó la atención, diciéndome que no debía trabajar así y era necesario que me relajara un poco. ¡Curioso!.
Pasaron los años y empecé a estar tan quemado como la mayoría de ellos con las inacabables jornadas de trabajo, con el trato que nos daba el encargado o el patrón, para quien parecíamos ser animales de carga. Empezó a formarse cierto carácter agresivo, a pesar de que todo fuera de boca. Quería vivir, reivindicar derechos, quejarme por el trato recibido. Parece que iba mordiendo por todas partes. Entonces entró a trabajar un adolescente a quien yo ya le sacaba bastantes años. Quizá viendo mi carácter, este un día me dijo: “se consigue más lamiendo que mordiendo”. No quería decir que hay que ir de “lame culos” o pelota por el mundo, sino que una lengua afable consigue más que la lengua afilada. Era toda una lección de alguien bastante más joven que yo.
A menudo relacionamos la edad con la madurez, y también son las experiencias vividas las que igualmente pueden determinar la madurez de una persona. Así, a más edad y más experiencias, podemos deducir que hay más madurez. Entonces parece que a todo el mundo le desagrada que alguien más joven mande sobre él o le diga cómo debe hacer las cosas o demuestre sabiduría, porque se supone que el adulto tiene siempre la mejor perspectiva.
Pero, ¿qué son las experiencias sino vivir determinadas circunstancias personales muy concretas?. Sabemos que una misma circunstancia puede ser vista de manera diferente por personas diferentes, dependiendo de la cultura, la educación, las relaciones personales, el optimismo o el negativismo, o el estado de salud emocional de esa persona, o incluso la influencia del pensamiento de otros.
También se dice que la mente joven está más abierta, es más plástica y modelable. Por contra, la mente adulta va cerrándose más cada vez y afianzándose así con sus propias convicciones, en baza a sus propias experiencias, educación e influencias recibidas en sus relaciones con otras personas a lo largo de toda su vida. Entonces debemos saber ver que la opinión de cada uno siempre está dotada de gran relatividad, es decir, nunca es absolutamente cierta. ¿Y si buena parte de lo que nos hubieran transmitido hubiese sido una gran mentira adornada con intereses o tradiciones y pequeñas pinceladas de verdad?.
Por tanto, a veces no hace falta subestimar tanto la gente joven, porque siempre nos pueden dar grandes lecciones y no han sido tan manipuladas. Realmente la madurez consiste al saber ver los errores y sabernos adaptar al entorno, asumiendo de manera responsable las consecuencias de nuestros actos y decisiones. Así quizá hay que saber diferenciar la madurez de las experiencias y la sabiduría, y combinarlas con las perspectivas de la mente adulta y la mente joven, porque sólo podemos alcanzar el conocimiento con amplitud de mira.
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UNA MAQUINA EN LA CAMA

La tecnología, o lo que algunos llaman progreso, va camino de unos avances que parecen automatizar con máquinas y ordenadores muchos ámbitos de nuestra vida, que a menudo sustituyen a las personas. Así las reclamaciones se hacen por teléfono exponiéndole el problema a una máquina, en lugar de hablar con una persona que hay detrás del mostrador; hay fábricas donde casi todo se hace con máquinas y robots y sólo hay contadas personas para supervisarlos; ya podemos pagar recibos por el cajero automático, hacer gestiones bancarias y administrativas con firmas digitales, vigilar nuestra casa desde el móvil o desde un ordenador conectado en Internet, hacer cualquier compra o incluso, conocer y relacionarnos con mucha otra gente por medio de un ordenador conectado a Internet. Así también, igual que utilizamos el ordenador para conocer gente, de la misma manera podemos utilizar el móvil por cortar con una relación de pareja, quizá porque ya no tenemos valor de enfrentarse o tratar con una persona a la cara.
A veces he ido al banco a hacer alguna gestión y no han tardado mucho en decirme que eso lo podía hacer desde el cajero. Entonces me pregunto ¿qué hace esa gente que hay en las oficinas de los bancos?. Parece que huyen del trabajo o que los obligan a hacer que tratemos con las máquinas. Qué sensación deben tener al ver que su porvenir será reemplazado por una maquina más productiva y económica a largo plazo de tiempo, que nunca estará de baja por depresión, ni necesitará cotización a la Seguridad Social, ni recibir una nómina.
Me imagino así el día en que ir al médico se haya convertido en poner la lengua y la tarjeta sanitaria en una espècie de cajero automático y este nos dirá lo que tenemos y lo que debemos tomar. O también gente que no sepa relacionarse con otras personas y tengan un robot de apariencia humana con quien meterse en la cama y a su completa disposición. Me estremece pensar que lo que parecen argumentos de películas de ciencia ficción algún día puedan ser realidad.
A pesar de esto, el otro día fui al cajero a sacar dinero y me encontré en su pantalla con un sencillo mensaje que considero muy interesante: “CON MÁS IGUALDAD MENOS VIOLENCIA”. Seguramente querría transmitir algún mensaje respeto la violencia de género, pero no hay emoción, pasión o contacto humano que nos pueda hacer conectar con la idea o acabar de entenderla. Sé que detrás de ese cajero automático hay una persona, pero por el momento no creo que lo que quiera transmitir llegue a tener la misma fuerza. No obstante dio la casualidad que aquel día leí el mensaje. En muchas otras ocasiones no lo he hecho pensado que se trataba sólo de publicidad. Y me gustaría reflexionar un poco sobre la magnitud de este mensaje que me sorprendió. Creo que tiene un significado mucho más profundo que la dramática moda de la violencia de género.
Si no hubieran diferencias ante del color de la piel, la cultura, la religión, el sexo, las ideologías políticas, la posición social, los derechos, el sueldo... Quizá no habría robos, guerras, lucha por el poder, imposición o seducción por una forma de pensar, abusos de poder, envidia, rivalidad... Pero por desgracia, parece que este argumento no atrae las productoras cinematográficas y esta es una ficción muy idealista que tristemente puede tardar más en conseguirse que tener un robot por pareja, que si nos estorba o no hace lo que queremos, siempre podremos desconectarlo de la luz.
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MUJERES AL VOLANTE

Hace poco estuve en un país árabe donde me sorprendió ver unas mujeres engarzadas bajo un paño negro, del que apenas solo se le podían ver los dos ojos de todo su cuerpo. Lo curioso de la situación, es que estábamos en una mundialmente conocida cadena de hamburgueserías y me percaté como una de ellas estaba enfilándose la comida por bajo de aquella tela que le cubría la cara, sin que se mostrara la más mínima parte de su rostro. No sé si habéis experimentado comer cualquiera de estas hamburguesas, pero a mí me chorrean las salsas, se me resbala la carne o la ensalada... Es decir, como ensuciándome como un cerdo o como un niño al que constantemente deben estar limpiándole los morros. ¡No quiero ni imaginar hacerlo rodeado en una tela como esta!.
Ya en nuestras tierras, cuatro chicos acabábamos de hacer la compra en un supermercado y hablando animosamente de la jornada de trabajo y la compra que habíamos hecho, nos adentramos en el ascensor para bajar al parking. En el momento que la puerta empezaba a cerrarse, una joven amorró su carro y de un golpe, la puerta del ascensor se volvió a abrir y ella se metió dentro. Toda conversación entre nosotros desapareció por completo. Como si estuviéramos aguantando la respiración, sin quitarle ojo a aquella chica de complexión atlética enfundada en unas mallas ajustadas que definían todos sus contornos. Ella sonrió y tan pronto como se abrió la puerta del ascensor en el aparcamiento, salió con una sonrisa triunfal despidiéndose de nosotros y nuestro denso y sospechoso silencio.
Lo cierto es que hace semanas que el calor favorece que las mujeres muestren su belleza de una manera quizá insinuadora que, además, también puede resultar peligrosa, por ejemplo cuando un hombre va al volante por en medio de una avenida al menguar la tarde. Parece que las mujeres estén diseñadas para lucir sus encantos o los gusta demasiado que todo el mundo las mire. Sobre los hombres cae el hecho de babear por ellas o perder la vista mirándolas de arriba abajo. ¿Porqué?
¿Qué tienen estas curvas que tanto nos hacen embelesar?. Quizá esto me hace entender porque en otros países las mujeres no pueden mostrar sus encantos: para no distraer la atención de los hombres. Quizá si no somos capaces de dominar nuestros ojos, el hambre o el deseo, la mejor solución es la vida de clausura, pero si no aguantamos vivir en una prisión aislado del mundo, o nos parece una medida desproporcionada, que mejor solución que tapar lo que es deseable, atractivo, insinuador, provocativo... Es otra medida igualmente desproporcionada, como bien podría ser taparles los ojos por la calle a los hombres.
Así se ve claramente quien domina el mundo, quien es capaz de conducir a los hombres y desviar toda su atención y sentidos. Así, si los hombres no son capaces de vencer ese deseo, esa atracción tan poderosa, quizá sólo les queda hacer servir su fuerza dominadora sobre las mujeres, por ejemplo encubriendo sobre la tradición, la cultura o la religión el hecho de que no pueden controlarse delante de los encantos y la belleza femenina, a veces llegando hasta la supresión de los derechos y libertades o el maltrato de las mujeres.
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EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA

El otro día estaba yo junto al cauce del río leyendo el periódico cuando oí a alguien hablando sobre el vandalismo que hay en los bancos, fuentes, barandillas y farolas de este entorno. Se trataba de un padre explicándole a su hija que todos los ciudadanos pagamos con los impuestos todo lo que hay a nuestra ciudad; que es para el nuestro beneficio y satisfacción, pero que no todo el mundo lo entiende así y hay gente que, quizá como un acto de rebeldía contra las autoridades o “el sistema”, atenta contra lo que está a su alcance. Curiosamente en el periódico se hablaba de la creación de uno nuevo puesto de trabajo en una población vecina: el educador de calle. Se trataba de dos personas que irían recorriendo el pueblo informando a los ciudadanos sobre normas de civismo. Algún motivo habrá para que se piense en crear puestos de trabajo como estos.
Lo cierto es que me pareció muy loable que un padre tratara un tema como este con su hija, ejerciendo la función responsable de ser padre: que podría ser una cosa así como educar los hijos por que sepan desarrollarse en este mundo con plena autonomía, alimentando la capacidad de razonar u opinar y ser responsables y partícipes de sus actos dentro de la sociedad en que se mueve cada uno.
A menudo he visto padres mirando a otro lado mientras su hijo hacía algo que no estaba bien, con total indiferencia; o argumentando que su decisión es “porque sí”, sin ningún otro razonamiento; o encarándolos al televisor o el videojuego por que no estorben, sin dedicarles demasiado tiempo para pasarlo con ellos escuchándolos, hablando y jugando... a menudo también he oído padres diciendo que no pueden con los hijos, o adultos diciendo que no entienden a las nuevas generaciones... Así cambia la sociedad, cambian los valores, pero a menudo no cambia para que nosotros seamos promotores de ese cambio, sino porque dejamos hacer, quizá como otros han ido dejándonos hacer a nosotros, dejándonos descubrir sin ningún guía. Así nuestros progresos como "seres humanos" son muy lentos y a veces vamos muy a la deriva, dejando perder oportunidades que no se volverán a repetir. Ser padre exige responsabilidad, paciencia, ser un ejemplo práctico, promover el cambio de aquellas cosas que se pueden hacer mejor... Pero parece que todos estamos demasiado inmersos en nuestro trabajo, préstamos, relaciones o problemas como para preocuparnos por los otros.
Se reclama también así la necesidad de crear una nueva asignatura, porque hay muchas cosas que vienen fallando en la educación de las nuevas generaciones. Hay quien se pone las manos a la cabeza antee los contenidos de esta asignatura, pero todo son intentos de abordar problemas o carencias que se han ido detectando en la educación de las nuevas generaciones. Y estos son tan amplios y variados, que quizá hace falta más que una asignatura. Lo cierto es que si hubiéramos tenido una buena educación integral de base, seriamos capaces de enfrentar mejor toda situación y comportarnos mejor dentro de la sociedad a la que pertenecemos. Pero podemos decir que esto no se consigue con una asignatura o con los educadores de calle, sino que requiere la implicación de todo el mundo: maestros, compañeros, amigos, vecinos, familia, ciudadanos...
danibalaguer@movistar.es
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