Nunca me había excitado la política. Me resultaba tediosa, poco atractiva y un sin sentido. Y ahora, a los 44 años, me veo leyendo el periódico o en la web o escuchando en la radio noticias sobre política, especialmente en el ámbito local. ¿Por qué este cambio? Lo más fácil de creer es que estoy haciéndome mayor. Aunque también es porque he tratado de deshacerme de mis posibles prejuicios e ideas sobre lo que me parecía la política y me he dejado llevar por otras personas, llegando al punto de presentarme a las elecciones municipales, aunque sea por la cola y sin demasiadas posibilidades de resultar elegido.
¿Por qué lo he hecho? Porque he estado muchos años ejerciendo en el ámbito social tratando de dar lo mejor de mí a aquellas personas que han encontrado dificultades en el su devenir por este mundo. Y veo que todos estos esfuerzos han sido añadidos para tratar de tapar mayores problemas estructurales de la sociedad. Entonces pensé que es necesario actuar de otra forma o desde otra posición.
Así y todo, aunque tengo muchas ganas de trabajar para hacer de mi entorno un espacio mejor para todas las personas, nunca me he sentido tan fuera de lugar como en este ámbito. Pienso que para resolver muchos de los problemas que nos afecten como ciudad, debemos unir fuerzas y trabajar todas y todos y para esto es necesario mucho respeto, diálogo, escucha, comprensión, análisis, creatividad, ... y por encima de todo, velar por los intereses de todas y cada una de las personas que viven en ella. Son elementos que he echado de menos con mi pequeña aproximación. La mayor parte de las palabras que he escuchado o leído, han sido para atacar lo que han hecho o han dejado de hacer otros partidos políticos o varios de sus miembros, convirtiendo la enorme responsabilidad que implica dirigir un pueblo en una atracción de circo.
Veo que somos una ciudad derrotada, que se chupa las heridas pensando con nostalgia en sus viejas glorias del pasado o en las fiestas. Si algo caracterizó a las personas que nos precedieron, fue su capacidad de unir: unieron cosas tan dispares como unas aceitunas con las anchoas en un escondido rincón de montaña donde precisamente carecían de anchoas y aceitunas. Unieron una mala orografía y difíciles accesos por carretera con la industria textil; la gente trabajadora, por aquellos momentos, hombres, mujeres, niños y niñas també se unieron e hicieron huelga para pedir mejores condiciones de trabajo ... Y ahora somos una ciudad derrotada, vencida porque está dividida. Y como se dice: divide y vencerás.
Tenemos partidos políticos que nacen como champiñones, fruto de la humedad y la descomposición. Alguien en nuestra ciudad dijo hace poco tiempo atrás que el bipartidismo (Lo del Barça-Madrid, para los que les suene más la terminología futbolística) va camino de terminarse. Entonces deberán pactar con otros grupos minoritarios, si es necesario, con el demonio, para conseguir el mayor nivel de poder posible.
Si a veces dentro de una misma familia se producen discrepancias por motivos diferentes o Incluso por herencias que terminen dañando la relación familiar, ¿Querremos pactar con aquellos que nos hacen la contra, que nos insultan, que han creado otro partido político, que han cambiado de color, que ven amenazado su estatus...? Yo pienso que no. Entonces posiblemente llegaremos a ver que obligados a pactos de conveniencia, todo acabará en divorcio y quizás lleguemos al mismo punto donde nos encontramos, una ciudad en la que ni se hace ni se deja hacer, continuando estancada y en caída.
Mucha gente votará a los de siempre porque como tenemos refranes para todo, rezarán convencidos lo de "más vale malo conocido que bueno por conocer" y porque al fin y al cabo, estas personas viven bien y los problemas son cosa de los otros. Otra gente dejará de votar porque prefieren el fútbol al circo. También habrá quien tendrá el convencimiento de que todos los políticos son iguales y echaran su voto a cualquier recién llegado extremista que diga defender cuatro intereses muy particulares como una manera de protesta ante a los de siempre ...
Es decir, después de las elecciones municipales es altamente probable que volvamos a quedarnos como estamos por indiferencia, por desavenencia, por insatisfacción, por desencanto ... Y los buitres continuaran dando vueltas en modo rotonda por encima de nuestros cabezas esperando que nuestra agonía, lo que por el momento afecta lo que algunos consideren una minoría, termine en gangrena y provocando la muerte, porque habremos elegido aguantar antes de cortar a tiempo. Así, a los buitres, que també tienen derecho a comer, podrán cebarse sobre los desechos.
Quizá preferimos utilizar la viagra del voto para provocar una erección en los penes flácidos y aburridos de los políticos envejecidos, que hacen siempre lo mismo con la cacerola de las ideas quemadas por la avaricia. Abrazaremos lo de siempre antes de buscar una herramienta diferente, con aires de cambios, nueva, con ganas, que ponga los hormonas en movimiento y pueda prescindir de la química artificial poniéndolos firmes a todos.
¿Podríamos unir todas nuestras diferencias y defectos por el bien común? ¿Habrá alguna manera en la que todas las personas que viven en esta ciudad puedan ganar?