MUJERES AL VOLANTE

Hace poco estuve en un país árabe donde me sorprendió ver unas mujeres engarzadas bajo un paño negro, del que apenas solo se le podían ver los dos ojos de todo su cuerpo. Lo curioso de la situación, es que estábamos en una mundialmente conocida cadena de hamburgueserías y me percaté como una de ellas estaba enfilándose la comida por bajo de aquella tela que le cubría la cara, sin que se mostrara la más mínima parte de su rostro. No sé si habéis experimentado comer cualquiera de estas hamburguesas, pero a mí me chorrean las salsas, se me resbala la carne o la ensalada... Es decir, como ensuciándome como un cerdo o como un niño al que constantemente deben estar limpiándole los morros. ¡No quiero ni imaginar hacerlo rodeado en una tela como esta!.
Ya en nuestras tierras, cuatro chicos acabábamos de hacer la compra en un supermercado y hablando animosamente de la jornada de trabajo y la compra que habíamos hecho, nos adentramos en el ascensor para bajar al parking. En el momento que la puerta empezaba a cerrarse, una joven amorró su carro y de un golpe, la puerta del ascensor se volvió a abrir y ella se metió dentro. Toda conversación entre nosotros desapareció por completo. Como si estuviéramos aguantando la respiración, sin quitarle ojo a aquella chica de complexión atlética enfundada en unas mallas ajustadas que definían todos sus contornos. Ella sonrió y tan pronto como se abrió la puerta del ascensor en el aparcamiento, salió con una sonrisa triunfal despidiéndose de nosotros y nuestro denso y sospechoso silencio.
Lo cierto es que hace semanas que el calor favorece que las mujeres muestren su belleza de una manera quizá insinuadora que, además, también puede resultar peligrosa, por ejemplo cuando un hombre va al volante por en medio de una avenida al menguar la tarde. Parece que las mujeres estén diseñadas para lucir sus encantos o los gusta demasiado que todo el mundo las mire. Sobre los hombres cae el hecho de babear por ellas o perder la vista mirándolas de arriba abajo. ¿Porqué?
¿Qué tienen estas curvas que tanto nos hacen embelesar?. Quizá esto me hace entender porque en otros países las mujeres no pueden mostrar sus encantos: para no distraer la atención de los hombres. Quizá si no somos capaces de dominar nuestros ojos, el hambre o el deseo, la mejor solución es la vida de clausura, pero si no aguantamos vivir en una prisión aislado del mundo, o nos parece una medida desproporcionada, que mejor solución que tapar lo que es deseable, atractivo, insinuador, provocativo... Es otra medida igualmente desproporcionada, como bien podría ser taparles los ojos por la calle a los hombres.
Así se ve claramente quien domina el mundo, quien es capaz de conducir a los hombres y desviar toda su atención y sentidos. Así, si los hombres no son capaces de vencer ese deseo, esa atracción tan poderosa, quizá sólo les queda hacer servir su fuerza dominadora sobre las mujeres, por ejemplo encubriendo sobre la tradición, la cultura o la religión el hecho de que no pueden controlarse delante de los encantos y la belleza femenina, a veces llegando hasta la supresión de los derechos y libertades o el maltrato de las mujeres.