COMPUESTA Y SIN NOVIO

Éramos un grupo de adolescentes en el que había una chica que para todos los chicos resultaba ser el epicentro de cualquiera las actividades que se hacían. Era muy abierta de carácter y a todos caía demasiado bien, hasta el punto que de alguna manera cada uno de nosotros quería ir más allá de una buena amistad y formar pareja con la chica.
Ella se sentía muy a gusto en aquella posición desde la que nos tenía a todos comiendo en la palma de la mano, incluso alimentaba las esperanzas de cada uno de los chicos con leves insinuaciones o comentarios, pero no se decantaba nunca por nadie, como si quisiese saborear al máximo su posición de poder. Al cabo de un tiempo trajo algunas amigas, quien sabe si para agrandar más el grupo o alimentar su soberanía, pero curiosamente empezó a emparejarnos a unos y a otros, diciéndoles a las chicas algunos detalles de la vida de los chicos o que si a esta le gustaba el otro, o concertando encuentros en solitario... Mientras ella guiaba todas nuestras vidas, aquellas amistades adolescentes rodaban muy bien; de alguna manera todos teníamos lo que necesitábamos pero cuando alguien se percató que todo dependía de sus acciones y quiso actuar por cuenta propia, la amistad quedó desbaratada e incluso llegó a poner enemistad entre hermanos, acusar a alguna de las chicas de borracha y de moral laxa, o incluso de quedar embarazada.
Lógicamente con el tiempo cada chico fue dejando el grupo y buscando una novia más asequible o que no fuera pareja de conveniencia. Así ella se quedó agraviada con casi todo el mundo y sin hablarse con nadie, quitando de su fiel escudero, un chico paciente, noble y de buena voluntad, quizá ya con más esperanzas de conseguir lo que nadie había sabido conquistar. Tampoco tuvo esa suerte!.
Ella finalmente acabó decantándose por alguien de su mismo sexo, con cara de manzanas agrias y sin saludarnos a ninguno por la calle.
En el ser humano resulta curioso donde puede llegar la mezcla del ego, la baja autoestima, el deseo de complacer al otro, los celos, el orgullo, el deseo de ser adulado,... sentimientos que con esta extraña combinación siempre acaban mal, quizá fruto de la superficialidad de nuestras relaciones.