¡BIEN PARIDOS!

Siempre he sido de las personas que piensan que cuando más lejos de los medicamentos, médicos y hospitales, mejor, pero recientemente fui padre y tuve que pasar seis días en el hospital con mi mujer y la recién nacida.
En principio parece que la niña no quería venir por este mundo, así que una vez cumplida la fecha, debieron ingresar a mi mujer para provocarle el parto. Entró en el hospital un martes por la mañana y estuvo todo el día en dilatación mediante un tipo de medicación que aquel día parece que no tuvo el efecto deseado. A el día siguiente, siguieron el mismo procedimiento para tratar de inducir el parto de la mejor manera posible, tanto para la madre como para la niña, evitando la cesárea o anticipar el nacimiento de la criatura de manera quizá un tanto apresurada. Así, en la madrugada del miércoles al jueves, rompió aguas. Entonces empezaron a ponerle un suero para iniciar la dilatación.
Finalmente, después de un largo día de lenta dilatación, dolores, vómitos, fatigas acumuladas y esfuerzos, nació cerca de las once de la noche del jueves, sin necesidad de hacerle una cesárea, de la que poco faltó, tras todo un largo día y que quizá habría sido la vía más fácil desde el principio.
A lo largo de todos este días, sin demasiada experiencia sobre los ingresos hospitalarios, por lo menos por mi parte, tuvimos la oportunidad de conocer al personal laboral de paritorio, de cada uno de los turnos médicos o de enfermería, a cada cual más agradable o simpático.
Después, la atención y la comida, tanto en la habitación como en el bar, también fue muy buena, a pesar de que no hace falta recomendarle a nadie que se ponga enfermo para que le ingresen.
Así, tras del golpe que me pegó la ultima declaración de hacienda y visto el panorama actual de corrupción y malversación o mala gestión de fondos de la administración pública, quizá el trato y el material utilizado por todo el equipo del hospital, es uno de los pocos motivos por los que no me sabe mal haber pagado los impuestos, tras modificar un borrador en el que inicialmente me devolvían el casi el mismo dinero que después tuve que pagar, y que acabaron de hundir mi pobre economía de ahorro anual, que escasamente puedo hacer para hacer frente ante posibles improvistos.
Supongo que en la sanidad pública habrá muchos gastos que se pueden suprimir, pero antes de que recortar en salud, pienso que siempre es mejor recortar sueldos de la gente que por tener un puesto de trabajo fijo, no hace el trabajo que debería; o reducir también en los grandes banquetes corporativos o los gastos en dietas de los cargos políticos; o reducir los gastos en vehículos oficiales; o suprimir las pensiones vitalicias de los excargos políticos; o reducir la existencia de tantos dirigentes y senadores que al fin y al cabo, no hacen otra cosa que sangrar la economía del país...
Bueno!. Parece que ya me he dejado arrastrar por lo que algunos llaman indignación y una vez más, me he subido a la parra.
A todo el equipo médico y de enfermería de paritorio y maternidad, ¡muchas gracias y ánimos para continuar atendiendo a la gente así!.