No me extraña que haya tanta gente en el paro. El otro día una compañera mía me pidió a que llevara la documentación de dos ofertas de trabajo a la oficina de los servicios de empleo. Sé que quizá haya gente muy competente en estas oficinas, pero aquel día yo no tuve la suerte de encontrarlas. Así presenté los papeles de las ofertas de un proyecto que financia el mismo servicio de empleo para crear trabajo durante los meses de verano y quizá hacer ver en las estadísticas que el paro ha bajado.
Era ya tarde y faltaba poco para que cerraran, así que según me dijeron con total tranquilidad, poco podían hacer ya, y menos con las ganas que mostraron. Parece que como la persona a quien se lo presenté iba un poco perdida y con ganas de acabar su jornada, en seguida se acercó el compañero de la mesa del lado en su auxilio. Dieron una ojeada a la documentación sin que pareciera que supiesen demasiado bien de qué proyecto se trataba. Cuando vieron los puestos de trabajo que queríamos cubrir, añadieron que sería difícil encontrar gente, y menos con experiencia. ¡Cualquiera pensaría que queríamos cubrir algún lugar en una agencia espacial!. Uno de los puestos que queríamos cubrir sí que debía tener una licenciatura, el otro sólo un bachiller. Los dos trabajos estaban destinados a tratar con personas quizá con algunas dificultades de inserción social.
En seguida echaron mano a sus listas de clasificación de puestos de trabajo y parece que resultó un poco difícil cuadrar las ofertas con su listado de calificaciones profesionales. "¡Haremos ya lo que podamos!, pero eso será para la próxima semana", añadieron antes de despedirme, no sin que les costara ponerme el sello como que yo había presentado aquella documentación, casi prefiriendo a que volviese otro día por ella.
Pero además de todo, ¿hay alguien que quiera trabajar, si está cobrando una prestación por no hacer nada?. Sé que habrá mucha gente que realmente querrá o necesitará trabajar, pero también habrá gente que se acomodará y mientras esté cobrando algún tipo de prestación y tenga sus necesidades bastante cubiertas, preferirá tirarse una temporada sabática, o por lo menos es lo que me hace pensar la gente que pasó para ver nuestras ofertas de trabajo.
Así, unos días después, empezaron a llegarnos los candidatos sin saber demasiado bien donde iban. Uno estaba estudiando unas oposiciones y decía que no le venía bien ponerse a trabajar. Otra se iba de viaje al el extranjero y sólo necesitaba que le pusiésemos el sello como que se había presentado a la entrevista. Otra nunca había trabajado con adultos y su experiencia se limitaba a los niños, así que no le interesó. Y por último la otra decía que pronto iba a ponerse a trabajar en otro lugar y por cuatro meses que ofrecíamos, tampoco le compensaba.
¿Qué pasa?. Lo cierto es que quizá haya algo que no va demasiado bien dentro de nuestro sistema laboral, pero que las reformas laborales ni tan siquiera contemplan y es que según me decía una amiga extranjera, los españoles tienen prestaciones por todo y eso hace que estén acomodados. Curiosamente otros dicen que los extranjeros vienen a quitarnos el trabajo. Quizá es el que nosotros no queremos hacer o quizá también es la verdadera necesidad vivida en sus países de origen la que les motiva a moverse para ganarse los "cacaos".