APRENDER A LIGAR

Ahora que llega el verano, cogemos vacaciones, vamos cortos de ropa y quizá por efecto del calor y el ocio, se remueven todas las hormonas. Así dicen que "en verano todo el mundo vive". Yo también conocí a mi mujer en verano y quizá lo que pudiese parecer un ardiente romance pasajero, según califican algunos expertos, tomó cuerpo y fue más allá de un simple romance de verano. Ahora pronto vamos a ser padres.
Una de las personas que atendemos donde trabajo, se pasa los días dando la vuelta a los puentes o sentado en cualquier banco de los parques cogiendo su forma y viendo a la gente pasar, ya sea invierno o verano. Es un hombre ya mayor, pero no tanto como parece y puedo decir que es una buena persona. Siempre había dependido de su madre, hasta que esta murió hace ya algunos años. Ahora la soledad y la desazón por no tener un trabajo, entre otras vivencias, hacen que deambule por nuestra ciudad envidiando vivir en pareja y poder pasear tal como hago yo con mi mujer. "Tú que tienes una mujer, me tienes que enseñar a ligar", me dice entre risas añadiendo que me quiere como un hermano.
Yo no soy ningún seductor, es más, fui seducido por mi mujer, pero le digo que vivir en pareja no es la medicina que cura todos los males; Que primero debemos querernos a nosotros mismos y que en un "mercado" donde hay mucha competencia, siempre hemos de tener algo que ofrecer al otro o que por lo menos, le atraiga. ¿A caso somos tan buenos, guapos, famosos o adinerados para que vengan a buscarnos?. Si carecemos estas cosas, debemos cultivar la imagen personal y el buen carácter, la simpatía, la conversación, la cultura, la iniciativa o las buenas aficiones y debemos ir allá donde está la gente para darnos a conocer y conocer también a otras personas. Sólo de aquí puede surgir la amistad y de ella, también puede surgir el amor.