Mucha gente piensa que estos grandes seres que un día dominaron el planeta, quedaron extinguidos hace miles de años, incluso la historia y la ciencia así nos lo han podido demostrar, pero debo decir que aún vivimos en un mundo lleno de dinosaurios. Quizá estos no son de carne y hueso, sino que están formados por grandes estructuras tan burocratizadas o jerarquizadas y con falta de transparencia que pierden su agilidad de movimiento, perdiendo también así muchos recursos en su propia subsistencia y pesado caminar por el mundo, incluso, atropellando las personas que caminan entre sus patas. Estos dinosaurios son la especie dominante en la era de la globalización.
Tenía un compañero que decía que las instituciones están por encima de las personas. Yo no compartía aquella idea, más bien pienso que son las personas las que crean las instituciones y las pueden hundir o levantar. Son por tanto las instituciones las que dependen de las personas. a menudo esos dinosaurios o macroentidades políticas, empresariales, religiosas, ONGs... quedan fuertemente zarandeos delante de los medios de comunicación por la mala acción de algunos de sus miembros, creando un sentimiento de traición entre sus compañeros y un recelo de la gran masa hacia esa entidad.
Rápidamente hacemos servir la generalización y en seguida juzgamos a toda la institución, cuando entre sus patas hay grandes y nobles personas fieles a los principios de la entidad que mueven pequeñas acciones que hacen que ese dinosaurio continúe manteniéndose en pie y más o menos también pueda mantener su reputación delante de las personas que se benefician de sus buenas acciones o los que hacen de espectadores.
Pero esas pequeñas acciones no alcanzan todo lo que podrían por no contar con toda la energía invertida en la subsistencia del dinosaurio o porque siempre se parte del propio individualismo o rivalidad frente a otras entidades; es decir no hacen mandada juntándose con otros dinosaurios. Así, a pesar de que estas buenas acciones tienen mucho mérito, y siempre son mejor que nada, si hubiere mayor coordinación y apoyo entre entidades cada vez que se hiciera una acción, esta tendría gran impacto y eficacia, pero siempre somos nosotros o nuestra entidad la que quiere llevarse el mérito y alimentar así la tripa vacía del dinosaurio.
Por otro lado, quienes ostentan sus cargos, no son personas llamadas al éxito, el lujo, la fama y la riqueza, sino que deben ser modelos de honradez, humildad, eficacia, humanidad y acción. Deben trabajar por las personas, sus derechos y su bienestar, haciéndolo de manera honrada, ágil y humanizada, no mecánica y rutinaria. Y eso debe nacer de dentro de la persona, no porque las leyes o los otros nos piden que así lo hacemos.
A pesar de que es necesario, también es cómodo afiliarse a una determinada actividad y creer que así ya cumplimos; que ya hacemos algo; también es cómoda la retirada cuando algo no nos gusta dentro de la propia entidad, pero si lo que nos mueve verdaderamente es el deseo de hacer algo por los otros, debemos dejar de lado todos los prejuicios y lo que rodea a las personas que forman esas instituciones y dar nuestros pequeños pasos en la ayuda de los otros, siendo verdaderos modelos de acción, testigo y denuncia de toda irregularidad que permita a la gente volver a creer y confiar con esas entidades y que estas sean más ágiles y transparentes, porque como la propia historia nos ha enseñado, los dinosaurios de carne y hueso se extinguieron, al igual que todos los grandes imperios humanos, así que es cuestión de tiempo que todas estas estructuras caigan y den paso a nuevos modelos más ágiles, cooperativos y transparentes.