POSESIÓN DIABÓLICA

Ciertamente parece el argumento de una película, pero lejos de esta temática que no me gusta nada ver en el cine, y a pesar de que no creo en la existencia del demonio, cuando veo las barbaridades que cometen algunas personas, admito que no sabría nombrarlo de otra manera sino como cierta presencia del mal dentro del ser humano, en mayor o menor medida. Así, podemos encontrar malos sentimientos o pensamientos como la avaricia, la envidia, el odio, el rencor, el menosprecio, la intolerancia,... que llegan a convertirse en malas acciones como las violaciones, los asesinatos, las traiciones, los robos, las calumnias y difamaciones... Y finalmente comportan malas actitudes que acaban arraigando de manera irrevocable en el comportamiento diario de algunos seres humanos: agresividad, indiferencia, irresponsabilidad, orgullo, adicción, mentira, racismo, belicosidad...
Una cosa creo que es cierta: mientras veamos al demonio fuera de nosotros, quizá nos creeremos que nosotros hacemos las cosas demasiado bien y no tenemos nada que cambiar, pero quizá quepa pensar que el mal habita entre los vacíos que no cubre el bien, y ciertamente no hay que regarlo para que le reste lugar al bien. Curiosamente en el último libro que estoy leyendo, me pareció interesante lo que comentaba el autor, diciendo que la violencia podría considerarse una forma patológica de comunicación humana, causada por la imposibilidad de satisfacer la necesidad contacto humano desde el momento que nacemos. Así, cuando el individuo no puede acariciar, golpea; cuando no puede hacer el amor, viola; cuando se siente rechazado y no puede comunicarse con los otros, agrede; en suma, cuando no puede amar, hace la guerra. Parece algo como decir que quien no ha conocido y experimentado el bien, hace el mal. Curiosamente es contrario al dicho que afirmaba que el hombre es bueno por naturaleza.
Todo esto nos priva a nosotros mismos de ser más felices, pero la cosa no se queda aquí: también priva a otra gente de su propia felicidad y eso no se debería permitir. ¿Qué sentido tienen estos pensamientos, acciones o actitudes?. O ¿cuál es su origen en nosotros?. Son preguntas que sería necesario que nos hiciéramos. Quizá analizando estas miserables partes de nosotros y reconociéndolas a tiempo podríamos evitar que los pensamientos acabaran en acciones y estas en actitudes, pero como todo lo que parece bueno, es necesario un esfuerzo y a veces, también es necesaria la ayuda de otras personas, y sobre todo, un deseo de cambio, que siempre será por nuestro propio bienestar y por el de los otros.