LUNA DE MIEL INOLVIDABLE

Me gusta mi ciudad, su luminosidad, su tranquilidad, su orden y limpieza y también su entorno. Parece que se valoran más las cosas cuando conocemos otras situaciones que hay en cualquier parte del mundo. Es cierto que podemos ver documentales o nos lo pueden contar, pero para mí siempre es mejor vivirlo personalmente. Debo decir que disfrutamos de un viaje apasionante y difícil de olvidar, sobre todo, por el gran contraste con respecto a nuestro país de origen. Quitando la majestuosidad de las pirámides, los templos y la gran evolución de aquella cultura en la antigüedad o la magia de su gran río que da vida en medio de un terrible desierto, sólo por este contraste en la forma de vida, ya vale la pena ir. Yo volvería, a pesar de que me quedaran pocos lugares importantes que visitar y pronto o tarde, alguna diarrea también tuvimos, encontrando a faltar nuestro limpio váter.
Quizá no resultó una luna de miel con gran componente romántico, porque el calor nos obligaba a madrugar para hacer las excursiones programadas lo más pronto posible y “a toque de pito” para visitarlo todo en sólo una semana. Así el tiempo libre quedaba invertido en descansar y esconderse del sol. Tampoco hubo oportunidades de consumar el matrimonio por cuestiones fisiológicas, ni tuvimos un lujo, condiciones higiénicas o comida exquisitos, pero conocimos gente muy interesante que nos permitió pasarlo muy bien.
Se trataba de un país principalmente árabe y con muchos encantos, a pesar de que pudiese resultar un entorno caótico al visitante, pero que sus habitantes entienden y saben desenvolverse. Lo cierto es que elegimos este destino, en su versión más económica, porque además de que era asequible a nuestro bolsillo, también resultaba culturalmente interesante, además de que un viaje como este posiblemente sea más difícil hacerlo en otra ocasión por edad o circunstancias de la vida, o sin contar con la organización por medio de una agencia. Pero una vez allí, todo es más sencillo de lo que parece y nos atrevimos a hacer actividades por nuestra cuenta sin los servicios que ofrecían los propios guías turísticos de la agencia, que ganaban considerables cantidades de dinero por medio de sus intermediaciones. Ciertamente ocupaban posiciones privilegiadas y monopolizadoras con respecto al resto de ciudadanos. Esto es otra cosa que me impactó: la gran corrupción que existe a nivel de calle, en el que todo funciona por medio de sobornos, propinas, tratos de favor, influencias... y hay mucha gente viviendo alrededor de las migas que los guías dejan caer.
Otra cosa interesando fue su religión. Nos dijeron que un 20% eran cristianos y el 80% musulmanes, que vivían en perfecta armonía, pero lo cierto es que de este último porcentaje se podía saber claramente quien era practicante y quien no: los practicantes tenían un cardenal en la frente de tanto rezar arrodillados hacia la Meca y haciendo tocar la frente en el suelo. Acción que hacían cinco veces al día. Incluso algunos llegaban a tener un bulto y parece que los gustaba lucir aquella muestra de su fe. Quizá quepa pensar que sea fanatismo, pero para mí esto, al igual que la construcción de aquellas pirámides, fue una muestra de fe y obra digna de admirar.
También ofrece mucho que pensar ver los restos de una civilización tan avanzada, majestuosa y rica, que finalmente acabó desapareciendo. Nos puede hacer ver lo efímera que resulta toda riqueza e imperio, por muchos años que pueda durar.
Y otra situación digna de resaltar es el regateo, donde aparte de mucha paciencia, nos podemos percatar que las cosas no tienen ningún valor real, sino el que nosotros le queramos dar, y que en este caso está cuantificado con dinero.
Ciertamente después de visitar un lugar como este, me parece que ahora sería casi capaz de ir por cualquier parte del mundo sólo con una mochila a la espalda.