El ser humano es sorprendente y a veces difícil de entender por sus actos, que están llenos de paradojas y acciones absurdas. Quizás, entre otras cosas, para concretar en una, no sé si han ido alguna vez a uno de esos lugares de nueva construcción, con diseños de vanguardia y espacios muy diáfanos: Podemos encontrarnos que están llenos de puertas de acceso. Hasta aquí, nada extraño, de no ser porque cuando te acercas, y te pones delante de una de las puertas, te encuentras una flecha que señala otra puerta. Así, vas pasando por delante de una, de otra y de otra puerta que también tiene la misma flecha, que te señala otra puerta, con idéntica flecha, que tarde o temprano, te acaban conduciendo hacia la única puerta por la que realmente puedes entrar.
Entonces, ¿por qué poner tantas puertas si a efectos prácticos sólo podremos entrar por una? Quizá alguien pueda decir que es más fácil o barato hacer una pared de puertas que de ladrillos, o que es para que entre la luz, pero claro, ésta pasa sin necesidad de abrir si hay un cristal. También podríamos pensar que no se abren porque habría corriente de aire y de un portazo podría romperse algún cristal, o porque igualmente pueden entrar hojas y papeles de la calle. ¿Pues porque no poner un ventanal?: Pasaría la luz, no habría corriente de aire, no entraría suciedad de la calle y no harían falta caros mecanismos de apertura y cierre.
Otro entendido en la materia podría decir que es por previsión si en algún momento tiene que salir o entrar mucha gente. Entonces, ¿por qué no poner una o dos puertas grandes en lugar de seis o siete más estrechas? Además, en caso de haber un incendio en el edificio que provocara salir a la gente de forma caótica, ¿habría alguien con la calma suficiente y todas las llaves necesarias para abrir tantas puertas?
Después de todo, quizá nos damos cuenta de que hay gente que pasa años y años estudiando carreras, másters, incluso en el extranjero y luego terminan con proyectos y creaciones como esas que quedan lejos de la utilidad práctica y real. Los que en cambio, no estudian, dicen que la verdadera universidad está en la calle, que es la propia vida. Quizá, el hecho de estudiar o no hacerlo, ha creado personas sobrevaloradas y otras infavaloradas, cuando en realidad hay gente que ha estudiado mucho y no tiene gran cosa en su vida, y también hay gente que sin estudios ha llegado a crear grandes empresas.
Quizá ahora te das cuenta que hay demasiada gente, que quieriendo tener un futuro mejor, ha estudiado grandes carreras y ahora no tienen cabida en ese futuro que buscaban porque hay demasiada gente como ellos. En cambio, faltan profesionales como los de toda la vida, que sin estudios, ponían sus manos y aprendían un oficio de forma práctica, desde el principio. ¿No habrá manera de conjugar y valorar bien las dos tipos de personas?