A menudo utilizamos algunas expresiones como “eso cuesta un ojo de la cara”, o “le ha costado un riñón”, indicando que esto o aquello otro ha resultado sumamente caro. Pero ¿qué es verdaderamente caro en este mundo? Quizá todo lo que consideramos un lujo. Es curioso, pero sin que a mí me parezca ningún lujo, parece cada vez más que la salud, o mejor dicho, la curación en caso de enfermedad, será para quien se la pueda pagar. Así, parece que los recortes por aquí y por allá van haciendo que mengüen las prestaciones y coberturas sanitarias. Por ejemplo, conozco a un chico que tras sufrir un tumor en el hueso de la pierna y que este se reprodujese, en la sanidad pública finalmente le dijeron que la única manera de evitar su reproducción era cortando la pierna, bien arriba, por la ingle, a ras de la cadera.
Esta es una de las personas que se pudo permitir pagar e ir a una prestigiosa clínica del norte de nuestro país, en la que incluso pudieron cambiarle el hueso entero. Yo lo pienso y no podría permitírmelo, ni esto ni una operación de rodilla, un trasplante, etc.
Al paso que vamos, me veo dentro de unos años con lo de las hierbecillas y los curanderos o la amputación por una sencilla fractura, o incluso, muriendo más pronto de lo necesario si sale algún otro problema de salud que requiera aquella intervención que mi sueldo no me permita pagar. Si me pasa a mí, ¡qué le hemos hacer! Pero quizá lo peor de todo es que también afecta a todos los que están a mi alrededor: pareja, padres, hijos... y también a los que están un poco más allá: amigos, compañeros de trabajo, vecinos, conocidos...
¿Dónde vamos a parar? ¿Lo acabaremos consintiendo como lo hacemos con todo el resto? ¿Llegaremos a vender partes de nuestro cuerpo para poder pagar nuestra curación o la de nuestros familiares?
-- Daniel Balaguer http://www.danielbalaguer.es https://sites.google.com/site/danielbalaguer