ESO LO PAGO YO

Esta es una frase bastante popular en nuestra población, que rodeada del ambiente festero, quizá quiere señalar la fanfarronería de algunas personas que se las dan de adineradas. Pero tal vez también es una muestra de la opulencia de otras destacables personas que sospechosamente denotan demasiada generosidad con quienes les acompañan. Entonces, aquí va una historia que nada tiene que ver con la fiesta:

“Había una vez dos compañeros que emprendieron un proyecto juntos. Uno de ellos no tenía mucho dinero, pero tenía el lugar donde llevar a cabo el proyecto, algunas herramientas e ideas. El otro no tenía el lugar, pero tenía algunos dinerillos y otras ideas. Al principio de iniciar la actividad, todo era una buena muestra de camaradería entre los dos, quizá intentando conocer mejor al otro, queriendo aprovechar sus cualidades o recursos, incluso alabando respectivamente las destrezas de cada uno como muestra de aprecio.  Llegó el momento de invertir un poco para darle mayor futuro al proyecto. Ambos se rascaron un poco los bolsillos, pero el que más dinerillos tenía, insistía:

-  ¡No sufras! ¡Esto lo pago yo!.

El otro ponía una y más reticencias; hacía lo posible para evitar aquella desventaja económica. Finalmente, se hizo la inversión necesaria, supuestamente, pagando media parte cada uno.

El tiempo pasó y las ideas empezaron a tener algunas pequeñas divergencias. Al adinerado también le falló un poco la salud y dejó de participar en el proyecto, que aun así, debía continuar adelante porque ahora había más gente implicada. Un día, este socio capitalista, un poco recuperado de su enfermedad, se acercó a ver cómo iba el proyecto. Y vio que sus ideas habían quedado un poco de lado, porque todo había ido haciéndose como el otro pensaba, que al fin y al cabo, estaba a la cabeza con sus empleados. Esto no le gustó, pero no dijo nada. No tardó mucho en abandonar el proyecto sin aclarar el asunto con su compañero.

Este otro socio, se sintió un poco disgustado por el abandono de su compañero y por la manera de proceder, pero bien: son cosas que pasan; la gente es así... Quiso aclararlo con él y así se quedó. El tiempo pasó y  un día recibió una llamada de teléfono a su móvil personal del proveedor que les había proporcionado lo que necesitaban para llevar adelante el proyecto.  Había una factura pendiente.

- ¿Cómo? ¡Si eso lo pagaba él!

- Dice que han sucedido algunas historias, que ha dejado el proyecto y que te pase este cargo pendiente a ti.

- ¿Cómo? ¡Recojones!

Él era una de esas personas que lo quiere todo claro y a la cara. No tardó mucho en contactar con su antiguo socio:

- ¡Mira, que me han dicho que hay una factura pendiente! ¡Eso dijiste que lo pagabas tú!

- Si pero como me lo he dejado... Bueno. Es que he tenido otros problemas y mira: me había olvidado completamente de esto...

- ¡Bien! ¡Si es así como dices! Sólo quería aclararlo porque no parece bien esta manera de proceder; porque sabes que no tengo mucho dinero; porque no querría acabar mal contigo...

Ahora, este otro socio se preguntaba: después de tanto tiempo, ¿Lo ha olvidado ahora? ¡Si eso debía estar pagado hace ya mucho tiempo! Y si realmente lo ha olvidado, ¿Cómo es que el proveedor tiene mi teléfono personal y le ha dicho que han sucedido historias, que ha abandonado el proyecto y que me pase el cargo a mí?...”

Las historias suelen partir de hechos reales y sirven para hacernos reflexionar. Son situaciones como estas, entre muchas otras, las que reflejan la manera más mezquina del proceder de las personas. Con esto entiendo a todas aquellas que dicen que es necesaria la llegada del fin del mundo. ¿Por qué no somos sinceros? Después de todo, como dicen: Antes se coge a un mentiroso que a un cojo.

--   Daniel Balaguer  http://www.danielbalaguer.es  https://sites.google.com/site/danielbalaguer