MANUAL DE SUPERVIVENCIA EN TIEMPOS DIFÍCILES

Corren tiempos difíciles: cierran muchas empresas, crece el desempleo, se reducen las prestaciones y derechos sociales, aumentan los impuestos, se bajan los salarios, crece el número de morosos y desahucios por impagos de hipotecas, los políticos muestran buenas dosis de incompetencia aliñada con corrupción y despilfarro, aumenta el número de familias en situación de pobreza, las personas son cada vez más impermeables e indiferentes a todo, los ricos lo son cada vez más…

Todos podemos ser víctimas. Así, es necesario saber adaptarnos si queremos sobrevivir en este mundo hostil, lleno de injusticias y desigualdades. Parece ser que ya no merece la pena prepararse para una oposición, ni estudiar una carrera universitaria, ni aferrarnos a los valores o creencias, y vivir de hippie, no es tan fácil como pueda parecer.

Ahora hay que buscarse un buen padrino, como un político, banquero o gran empresario, que aunque sea como personal de servicio, nos puede amparar bajo la seguridad de su ala.

También podemos aprovecharnos del cuerpo, de su parte más carnal, así que sin necesidad de ofrecer favores carnales, podemos dedicarnos a vender semen, óvulos, sangre, médula o incluso un riñón, porque la salud sólo se la podrán pagar los ricos y estos necesitarán proveedores.

Por supuesto, es necesario abandonar toda muestra de honradez, sobre todo, en este país, en el que te pueden meter en prisión por matar un lagarto protegido para comer y en cambio, robar millones y millones y quedar completamente libre.

Otra opción es echarle cara y vivir de alquiler hasta que salga el juicio por impagos al propietario del piso arrendado, que como todos sabemos, aquí la justicia es lenta y la burocracia tampoco engrasa. De este modo, podemos vivir una buena temporada libre de las cargas económicas que supone tener una vivienda en propiedad.

Pero sobre todo, una de las cosas que mejor ha estado funcionando hasta ahora es conseguir por todos los medios algún tipo de prestación, y mejor si está acompañada de algún grado de minusvalía, aunque hay que darse tiempo, porque parece que esto pronto se va a acabar.

Y si cualquiera de estas medidas no funcionan, siempre podremos arrancar el cableado eléctrico de parques y jardines, que parece ser que el cobre se paga bastante bien, al igual que aprovechar cualquier metal que podamos encontrar a nuestro paso como parte del mobiliario urbano, vendiéndolo igualmente a peso.

Así, intentando ser optimista, seguro que con la adopción de medidas como estas podremos conseguir aquellos recursos tan injustamente repartidos, que nos permitirán sobrevivir en los duros tiempos que vivimos y más aún en los que se avecinan.