Recientemente he recibido la propuesta escribir sobre el estado de algunos de los parques de nuestra ciudad, a los que supuestamente van los niños a jugar. Este amigo dice que fue con su sobrino al parque de la Zona Norte, y quizá por las fuerzas de la providencia, antes de que este niño se tirara por los tubos que hacen de tobogán, comprobó el estado de estos, percatándose espantado que estaban llenos de mierda. Según pudo hablar poco después con una vecina, igualmente indignada, esta comentaba como desde la ventana de su casa, veía como muchos adolescentes se dedican a mear en los toboganes y a hacer las mil y una guarradas más, sobre todo, los viernes por la noche.
Quizá habría que pensar en llamarles la atención a estos malpa... que sin duda aún responderían con insultos ante cualquiera que se atreviese a increparlos. Entonces se podría avisar a la policía, pero ¿hacen algo ante tonterías como estas?.
Sin duda, esta manera de divertirse o semejante muestra de civismo, es una cosa que no acabo de entender y añadiendo también los daños en el mobiliario urbano, las cagadas de los perros por los parques, las aceras o la vía verde... hace que tengamos esa ciudad cada vez más deteriorada, decadente e indignante. Quizá llega el momento de que los ciudadanos nos armemos de valor y digamos basta, pero sin duda, también cabe respuesta e implicación por parte de la administración, y no sólo redactando un documento que mencione todas estas cosas, sino con respuesta de la policía, quizá con sanciones que obliguen a restablecer los daños y molestias causadas. Está claro que a veces así necesitaríamos a un Guardia Civil detrás de cada uno, pero pobrecito del primero que atentara contra el orden público... Sin duda sería un ejemplo que haría que los siguientes malhechores se lo pensasen bien antes.