Vivimos en un mundo complejo, donde las relaciones humanas también resultan complicadas, a veces incluso dentro de la propia familia; donde podemos encontrar gente envidiosa, otra rencorosa, orgullosos o también egoístas...
Siempre he dicho que es mejor llevarse bien con todo el mundo, y a pesar de que es difícil, para llevarse mal, seguro que es mejor no llevarse, o en todo caso, compartir sólo un hola y un adiós, sin meterse más allá en la vida de los otros, sin ni siquiera acabar hablando mal a espaldas de una persona que no merece la energía de un pensamiento nuestro.
Por otro lado, también me ha gustado aprovechar mis capacidades para ayudar siempre a todo el que he conocido, sin esperar nada a cambio, porque así me nace. Igualmente siempre he procurado mi autosuficiencia y tratar de resolver los problemas o dificultades por mí mismo, aprendiendo muchas cosas que quizá al mismo tiempo también han servido para apoyar a otros, o viendo que una persona sola no puede hacerlo todo.
Aun así, pocas veces he necesitado de una gran ayuda, quizá porque siempre he tenido con quien hacer juntos las cosas, hasta este fin de semana pasado, en el que quise arrancar mi coche, que tras quedarme en el paro, hacía ya mucho tiempo que no ponía en marcha, que ni lo había notado en falta o incluso, ni siquiera había cruzado esos túneles que atraviesan la montaña en la nueva autovía desde que los inauguraron. Entonces, dado que el concesionario al que siempre había llevado mi vehículo también había cerrado, coincidiendo ahora igualmente con unos días de fiesta, comenté de pasada mi situación con un amigo, y este enseguida trajo a otro amigo que me ayudó a moverlo.
A pesar de que este problema no es nada del otro mundo y podemos vivir situaciones más graves, me percato que es en momentos como estos en los que verdaderamente se valora la amistad y se refuerza lo que se dice que hay que tener amigos incluso en el infierno. Nunca sabemos con qué situaciones nos podemos encontrar, al igual que nunca llegaremos a ser plenamente autosuficientes dentro esta sociedad, entonces hay que cultivar y reforzar siempre las buenas relaciones, con humildad, afecto, simpatía, sencillez, con disposición para la ayuda, tratando de resolver también los pequeños conflictos en las relaciones de nuestra vida diaria, desde la tolerancia y el respeto.
Seguro que si hacemos esto, todo nos irá bastando mejor y tendremos amigos. A todos ellos, ¡Gracias!.