TACTO RECTAL

Esta es una prueba médica que consiste en la introducción del dedo índice en el canal rectal, o dicho de una manera quizá menos elegante, pero más clara: meter el dedo en el agujero del culo. Curiosamente, esta prueba exploratoria permite diagnosticar o detectar de manera precoz algunas enfermedades de la región pelviana, tanto en hombres como en mujeres.
Quizá nos cueste imaginar que puede haber gente experimentada en esta materia, que con el hecho de meterle el dedo en el culo al paciente, ya pueden llegar a saber qué tiene, sin ni tan siquiera necesitar olerlo, sólo con el tacto. Pero que te metan lo que sea por el culo, casi siempre acaba pareciendo un insulto más que otra cosa, con lo que a veces se pone a prueba nuestra capacidad de resistencia a las ofensas o nuestra capacidad defensiva o respuesta de contraataque.
A pesar de las diferentes circunstancias, hay muchos otros médicos de otras especialidades que poco tienen que ver con la terminal de los intestinos y que tienen el tacto en la lengua. No quiere decir esto que la metan en el agujero del culo de los pacientes, sino que tienen una delicadeza más propia de las sonoridades del culo.
A veces llegan a decir verdaderas animaladas, por ejemplo cuando le dijeron a mi madre en el paritorio que iban a salvarla a ella, porque su hijo, el mismo que escribe estas líneas, ya estaba muerto. Recabando más frases célebres, a la cuñada de mi cuñada, o como quiera que se diga, le dijeron que su hijo nacería tan delicado y frágil, que pronto se moriría, pero que como ella aún era joven, podría tener otro. Por cierto, ahora tiene seis años. A mi cuñada, le dijeron que después de parir no necesitaría utilizar anticonceptivos porque seguiría tan gorda y fea que su marido no querría acostarse con ella. ¡Que se lo pregunten al marido si le faltan ganas o mírenla a ella a ver cómo está!. A una vecina, el endocrino le dijo que ella sólo era tetas y culo, a pesar que después acabó diciéndole que necesitaba ser tan drástico para producirle el impacto necesario para que ella controlara la ingesta de azúcar durante su embarazo. ¡Y eso que ella no comía dulces!. ¿Le habría dicho lo mismo si hubiese ido acompañada por su marido?.
Así, seguro que podría encontrar muchos otros comentarios médicos ásperos como membrillos, o tan malos como su letra. Quizá hay que preguntar si, con tantos años estudiando, ¿no se han enseñado a hablar y escribir bien?. ¿No saben que tratan con personas y no con piedras?.
Por desgracia, parece que cuando una persona se encuentra con comentarios como estos, acaban contándolo más a los amigos y familiares antes que poner una reclamación. Quizá estos "elocuentes" médicos de la sanidad pública, que quien sabe si quieren compararse con un genio médico misántropo de una serie televisiva, deberían tener un carné con puntos, que según las quejas acumuladas, pudieran perder su plaza fija. Seguro que así todos tendrían un poco más de tacto y consideración por los pacientes.