ARTÍCULOS DE FIESTA

Yo no soy nada festero, ni puedo decir que me guste mucho la fiesta o le tenga devoción. Soy de esas personas que si pueden, aprovechan para irse de viaje, a pesar de que yo sólo he podido irme por los alrededores huyendo de mi casa en el centro para poder dormir y pasar unos días tranquilo. De no ser porque en algún momento he tenido que ir a mi casa o pasar por el centro por motivos laborales, casi ni me he percatado de la fiesta.
Eso sí, me han dicho que la Entrada ha lucido mucho, sin que se notara la crisis, pero para mí la fiesta empezó el viernes a las tres de la tarde cuando la policía me dijo que no podía entrar en coche a mi casa sin un pase. "¡Tan pronto cierran el puente!. ¡Pero si los actos no deben empezar hasta las siete o las ocho de la tarde!. ¡Sólo necesito pasar un momento y cargar unas cosas!". Yo no entiendo nada de fiesta y no sabía que se necesita un pase incluso para ir a mi casa, que está al otro lado del puente!. "Nada de nada!" dijo el municipal. No me dejó pasar. ¡Cojones!, ¡si que empiezan bien!. Casi me dan ganas de pedir a que llueva mucho, pero que mucho, más de lo que llovió este año, pero bien. Consigue que mi padre me deje su pase, que pertenece a la matricula de otro vehículo, pero que la policía no se molesta al comprobar y me deja pasar. ¡Eso es seguridad!.
Los localitos de mi calle, que grupos de jóvenes han alquilado hace tiempo, estaban a reventar. Seguro que en estos días suben las acciones de las destilerías y licoreras. El hermano de una compañera de trabajo, que precisamente trabaja en este sector, dijo que en nuestra ciudad se bebe más que en cualquier otro lugar. Un año, queriendo promocionar una de estas bebidas alcohólicas, se quedaron sin existencias el mismo Día de los Músicos, cuando acaba de empezar la fiesta, cosa que no les había sucedido en ningún otro lugar. Menos mal que sólo duran tres días, sino, seguro que se emborrachan incluso las ranas del río!.
Pero después de todo, independientemente del oficio, creo que ni nos imaginamos la cantidad de gente que trabaja en fiestas y que ni tan siquiera nos molestamos en agradecer su esfuerzo para que otros se puedan divertir: Policías, bomberos, hosteleros, servicios de limpieza y personas como yo, que iba a hacer el seguimiento diario de gente que vive por donde han puesto los tenderetes de los feriantes este año. Yo pasaba pronto, cuando aún no estaban abiertas y los feriantes se dedicaban a comentar como les iba o preparar la jornada. Había de todo: descontento por el lugar, pocos ingresos, crisis y hambre. Debe ser duro vivir así, de un lugar a otro, con cuatro tonterías de las que deben comer o sobrevivir. Y aún hay quien sólo tiene una sábana y cuatro trastos, que recogen de un salto si ven a la policía, porque no tienen "papeles".
Cuando pasó todo el sarao, nos acercamos a ver los Soparets, y de paso, pedir un bocadillo en cualquier parte. Eso es todo lo que pudimos gozar de la fiesta y mientras esperábamos al camarero, presenciamos como unos muchachuelos se iban sin pagar su bocadillo y sólo uno de ellos se quedaba a solas esperando a que le cobraran el suyo, mientras miraba a unos compañeros que lo habían dejado, huyendo sin vergüenza.
Buscando apreciar los restos de la fiesta, ya por el centro notábamos aún el olor de pólvora y de las boñigas de los caballos mientras paseábamos entre la gente que continuaba aguantando la fiesta y se resignaba a despedirla, entre la basura y las meadas o vomitonas de las calles y la iluminación de sus ornamentos. Y entre todo eso, se veían los signos del paso de la diversión en los carteles de la campaña electoral, donde había adhesivos en lugares estratégicos y bigotes. ¡Ché!. ¡Con el dinero que se gastan!.
Ahora ya ha pasado todo y quizá sólo queda el recuerdo y alguna que otra resaca, pero nosotros debemos volver a la rutina. Seguro que algunos tendrán de que hablar.