LA MUERTE DE DIOS

El otro día, cambiando de canal mientras buscaba algo interesante que ver, me encontré con un reportaje en el que un conocido economista y comunicador científico de nuestro país, entrevistaba a un psicólogo de una universidad americana y le preguntaba hacia donde nos dirigíamos como especie. Este señalaba la necesidad de observar a las nuevas generaciones para ver los cambios que podría vivir la sociedad dentro de unos años. Decía que organizamos la sociedad según lo que creemos que es el ser humano y a medida que cambian las exigencias y tipos de ética, en una sociedad cada vez más secular, irán cobrando fuerza las nuevas ideas que quizá nos hacen aceptar que estamos aquí sólo como producto de la evolución. Afirmaba que las generaciones mayores están aferradas a sus convicciones y son resistentes al cambio, pero esto no sucede en las nuevas generaciones. Entonces dentro cincuenta o cien años, desaparecerá la noción que estamos aquí como preámbulo de otra vida, dejando de creer en todo lo que las religiones nos han transmitido, como un producto puramente cultural, a pesar de que las respuestas espirituales o las religiones puedan representar sólo una ayuda en tiempos difíciles o también para sentirse felices.

Este es un tema realmente delicado, pero quizá cabe pensar que este hombre tenía parte de razón, y más viendo la tendencia de las nuevas generaciones, a pesar de que en realidad creo que dejaremos de creer en los modelos de sociedad y de Dios que nos han vendido, y más por la manera en que se han transmitido a lo largo de la historia. No obstante, estoy convencido de que el ser humano continuará teniendo inquietudes y buscará algún tipo de respuesta y que este hecho está en su diseño, y también es alimentado cada vez más por esta sociedad que nos parece tant disparatada, que estamos esperando que vengan cambios, que llegue el fin del mundo.

Por vivencias personales, a pesar de que se me pueda tildar de loco, estoy convencido de la existencia de Dios, casi hasta el punto de llegar a creer que se podría demostrar su existencia, y como yo, mucha otra gente ha tenido vivencias que les han hecho llegar a las mismas conclusiones a las que he llegado yo y que de alguna manera prueban esa existencia de Dios o fuerza desconocida que mueve nuestro mundo, que es bastante diferente de los modelos que nos han vendido y de los cuales hay ese desencanto, quizá también porque la naturaleza humana y los propios intereses de esta sociedad, la han envuelto demasiado de poder, dominación, intolerancia, negocio, corrupción, absolutismo, certezas, lujo y es lo que realmente amenaza su desaparición.