OTRA OPORTUNIDAD

A menudo oigo gente quejarse de la delincuencia o la inmigración, pero con bastante seguridad, esas personas no son nada conscientes de las situaciones personales que viven quienes de algún modo no tienen otras alternativas y se ven abocados a ello. Está claro que también habrá gente que lo haga como oficio, pero son más numerosos quienes no tienen otra oportunidad ni medio de subsistencia.
Así multitud de niños van naciendo cada día en entornos donde pocas oportunidades tienen para subsistir, comer, recibir atención médica, estudiar, tener una casa digna o incluso recibir un trato digno por parte de sus padres, que ya tienen bastante con lo que tienen y a veces la responsabilidad de educar y criar a un hijo, escapa a sus posibilidades o capacidades.
Es altamente probable que el instinto de supervivencia les lleve a realizar cualquier cosa con tal de salir adelante, incluso en algunos casos, abocándoles a la delincuencia que viven y aprenden en su propio entorno, o a lo largo de los años, emigrar en busca de un futuro mejor.
A veces no es necesario irse a países remotos a tratar de salvar el mundo y ayudar a esa gente necesitada para ganar puntos en el cielo. En nuestro propio país, o incluso en nuestra provincia, región y ciudad, hay gente que carece de oportunidades.
Hay niños que viven en entornos familiares que no pueden proporcionarles lo necesario para su buen desarrollo, incluso que les propician malos tratos. En ocasiones intervienen los Servicios Sociales y esos menores pasan a ser tutelados por la administración pública, bien internándolos en centros o si carecen de otros parientes que puedan hacerse cargo de ellos, llevándolos con familias educadoras.
El acogimiento familiar es una medida de protección del menor que consiste en proporcionarle un entorno familiar adecuado para quienes carecen de él y ayudarles a salir adelante en momentos de especial dificultad. Las familias educadoras ofrecen algo más que una solución temporal a sus problemas, puesto que les dan, ante todo, un ambiente familiar cálido y estable, en el que pueden adquirir hábitos, destrezas, actitudes y la posibilidad de dar y recibir cariño y desarrollar la confianza en sí mismos, es decir, van a darles la oportunidad de ser una persona diferente a la que podrían ser con todas estas carencias.
Cuando una familia acoge a un menor, está poniendo a su disposición un contexto idóneo para aprender a vivir en sociedad y crecer como persona.