MATAR POR COMIDA

Después de unos días de celebración, en los que en muchas de nuestras casas no ha faltado la comida, es más, generalmente ha habido con bastante abundancia, hay que recordar que la crisis ha estado afectando cada vez a muchas más familias, que no habrán podido tener comidas demasiado especiales, o ni tan siquiera hacer regalos a los más pequeños de la casa, quizá entre otras cosas peores.
Cuando la gente no tiene trabajo, tampoco suele tener los ingresos que antes tenía para hacer frente a la hipoteca, el alquiler, el coche, el gasto de luz, la contribución, las necesidades de los hijos... o todo lo necesario para sobrevivir de una manera aceptable dentro esta sociedad, incluso, la comida. Algunos de ellos incluso podrán perder la casa donde viven por no poder pagar la hipoteca o el alquiler. Es realmente triste llegar hasta esa situación y no encontrar siempre quien te ayude, dado que a veces resulta más fácil encontrar quien aún te acabe de hundir, porque al fin y al cabo, todo es una cadena en la que si unos no pagan, los otros no cobran y tampoco pueden pagar sus propias deudas.
Quizá vivimos una situación que nos condice a mirar por nuestro propio culo para tratar de sobrevivir, a pesar de que a veces pueda ser a costa de los otros. Así es previsible que la situación aún llegue a ser peor, afectando mucha más gente, que deberá recurrir a tenerque pedir la ayuda de otras personas, en ocasiones dentro de la propia familia, pero en muchas otros deberán pedir ayuda a los servicios sociales municipales, que también se irán desbordando, o a diferentes iglesias u ONGs que tienen programas de ayuda con lo entrega de alimentos, ropa o juguetes y que no podrán abastecer a todo el mundo.
Para pedir ayuda, a pesar de que también hay gente con mucha cara, hay gente que realmente lo necesita y a veces hay que vencer el orgullo propio, cosa creada dentro del propio modelo de sociedad en que vivimos, y más si acabamos dependiendo de la caridad de los otros. Habrá quien acabará haciéndolo, pero también habrá quien preferirá recurrir al robo. De la misma manera, habrá quien se solidarizará con la gente que lo necesite, pero también es triste ver que algunos sólo serán capaces de moverse, protestar o agraviar-se cuando les roban algo.
Para salir de esta, se necesita gente, solidaridad, comprensión, apoyo... pero sobre todo, mucha igualdad, para que no sea necesario enfrentarse con el orgullo, recordando que al fin y al cabo, todos nos sentamos en la taza del váter y de la misma manera que hoy podemos estar a una parte del mostrador, mañana podríamos estar a la otra; de ser los donantes, podemos pasar a ser los receptores. Así, según tratemos los otros, podremos ser tratados.