CONFESIÓN

Debo decir que no soy una buena persona. Como mucho, cuando en muchos lugares del mundo hay gente que no tiene para comer, incluso alguna vez he tirado los restos del plato; a veces en mi horario de trabajo pierdo el tiempo o hago cosas que no vienen al caso excusándome que necesito desconectar; tampoco sé decirle a una persona que la quiero si yo no lo siento al cien por ciento, cuando quizá aquella persona necesita oír esas palabras de mi boca; a menudo levanto la voz y pierdo los nervios explicando cosas que los otros no parecen entender, quizá porque no sé explicarme y siempre resulta más cómodo pensar que los otros son “cortitos”; cuando llevo el coche, pienso que tengo preferencia con respecto a los peatones y cuando camino, pienso que tengo preferencia delante de los coches; desperdicio buena parte del tiempo calentándome demasiado la cabeza, como si no hubiese cosas mejores o más importantes que hacer; quiero hacer mucho y acabo haciendo poco más que nada; a menudo lo quemaría todo y me frustra ver que no puedo mejorar mi entorno, pero a veces estoy demasiado concentrado en mi trabajo o mis pensamientos y me olvido que hay gente a mi alrededor; tengo prejuicios hacia los otros, pero sobre todo, juzgo sin conocer, sin saber; hablo con la boca grande y pido perdón con la boca pequeña; digo que no me gusta vivir, pero tampoco tengo valor de hacer otra cosa que cambie mi vida; soy cabezón y también nado contra corriente, perdiendo un tiempo irrecuperable y haciendo esfuerzos innecesarios; quiero las cosas para hoy, y no me doy tiempo para aprender y prepararme, y por si fuera poco, me gusta escribir y no leo todo lo que debería; como autor no me gusta la piratería, pero me grabo alguna película o programa que tampoco me preocupa compartir; alguna vez he utilizado redes wifi que yo no he pagado; también me he dejado engañar por ofertas y promociones; intento comprar productos baratos, sin pensar en el esfuerzo y abusos a el que son sometidos sus productores; he disparado palabras que hacen más daño que las balas, porque nos dejan vivos y malheridos; doy de comer al perro y lo llevo al veterinario, cuando hay personas que mueren de hambre y enfermedades; cuando algo no me interesa, me hago el loco o el despistado y miro hacia otro lugar; me ofendo cuando me dicen cosas, y no pienso en aquellas veces en que soy yo quien ofende; soy demasiado exigente conmigo mismo y también vivo de manera relajada; soy un cobarde, que no es capaz de hacer nada cuando alguien esta haciendo una cosa mal delante mío; me aprovecho de las bibliotecas y actividades o servicios gratuitos sin querer dar nada a cambio; digo que estoy demasiado ajetreado cuando no sé como huir de lo que me hace sentir incómodo; y por sí fuera poco, soy sexualmente ardiente y también miro otras mujeres.
Después de todo, para rematar la hoguera, me considero buena persona e incluso hay quien también lo cree así. Creo tener principios casi inalterables y no comulgo con ruedas de molino. Así me levanto cada día con la esperanza de pulirme, cambiar el mundo entero, pero Señor, como no encuentre luz dentro de mi oscuridad, acabaré pegándome cabezazos contra una pared.