Parece que la medicina cada vez está más avanzada. Ahora incluso es posible cambiar de sexo. Igualmente se han creado medicamentos que prolongan la erección y otros que retardan la eyaculación, pero también hay muchos avances en la cirugía estética y de reconstrucción: así, es posible cambiar el rostro de una persona, darle mayor volumen a los labios o a sus pechos, incluso implantarle cabellos; también se puede quitar la grasa del cuerpo definiendo mejor sus contornos, hasta llegar a una perfección modélica a golpe de bisturí, está claro que invirtiendo un buen puñado de dinero. También ha evolucionado la tecnología reproductiva que permite tener hijos a muchas parejas con dificultades para la concepción, incluso, corregir algunas porciones del genoma humano para librar de ciertas enfermedades hereditarias al futuro niño.
Parece que hay grandes intereses alrededor de la apariencia física y la sexualidad: todo el mundo quiere gozar de un cuerpo atractivo y de un sexo muy placentero y duradero. Y también todo el mundo quiere a los niños. Es el vigor de la juventud que nunca queremos perder, pero los años pasan y con el tiempo, el cuerpo envejece, menguan así sus funciones vitales: llega la senilidad que nadie desea, que todos rehúyen. Con ella surgen algunos problemas y enfermedades como el alzheimer, en las que no hay tanta inversión o interés como pueda haber en las situaciones antes mencionadas. Así quizá llegará el día que tendremos unos cuerpos viejos, pero bien conservados y muy hermosos, con una potencia y vigor sexual intactos, a pesar de que no lo sabremos valorar ni utilizar porque enfermedades degenerativas como el alzheimer aún nos dejarán el cerebro hecho polvo.