PAN Y CIRCO

Esta es una locución latina peyorativa ("panis et circenses") que en su origen describía la costumbre de los emperadores romanos de regalar trigo o pan y entradas para los juegos circenses como forma de mantener al pueblo distraído de la política y así ocultar hechos controvertidos.
Parece que esta vieja fórmula de los emperadores más corruptos del Imperio Romano, sigue teniendo vigor gracias al tipo de democracia imperante en nuestros días. Basta un poco de pan y mucho circo, mucho espectáculo para contentar a la plebe y que no se amotine ante la corrupción y el lujo con el que vive la clase política.
Por ejemplo, actualmente el entretenimiento lo podemos encontrar en las noticias, siempre muy parciales o que constantemente nos retratan lo peor, pero más especialmente lo podemos encontrar en el fútbol, las telenovelas y películas o los "reality show". Satisfechas las necesidades básicas de alimento en nuestra sociedad, quizá el pan ha sido sustituido por otras comodidades o falsas necesidades, como televisores de LCD, móviles, moda, coches, estética...
Pero empieza a haber gente que no se distrae con el fútbol, que está hasta las narices de la corrupción y los abusos políticos o financieros. Empiezan manifestándose o acampando en las plazas de las ciudades.
En nuestra localidad, al pasar por la plaza y ver esas chabolas o a algunos de sus ocupantes, quizá fácilmente podamos pensar que se trata de cuatro hippies desaliñados que se pasan el día fumando porros y sin trabajar. Al menos esto fueron algunas de las primeras impresiones de algunos amigos míos e incluso propias. Al principio, cuando se les preguntaba qué pretendían conseguir o quienes eran, tampoco parecía que lo tuviesen demasiado claro, según me comentó otro compañero que igualmente se acercó movido por la curiosidad. También puedo decir que no había mucho público que pareciese estar interesado en ese movimiento, porque quizá nuestros prejuicios nos hacen creer que la imagen aún es importante por mucho que se quiera proclamar lo contrario, según pude debatir con otro compañero que también se había pasado por allí, y al igual que yo, también conocía a alguno de los manifestantes.
En otra ocasión, pude ver a gente respaldando el movimiento aportándoles comida, pero la mayor parte de la población continuaba quedando indiferente. En los coloquios de las tardes no parecía haber mucha organización, pero un día después, pude ver que empezaron a formarse grupos, quizá algo más numerosos y que le daban mucha vida, color y una agradable calidez a la plaza de nuestra ciudad.
¿Cuánto durarán?. ¿Acabarán desalojándolos a la fuerza?. ¿Realmente conseguirán algo o se convertirán en el circo hecho especialmente para los políticos?. Sólo queda anotar que el cambio que promulgan es necesario y de un modo u otro, tarde o temprano, empezará a cuajar, aunque tengan que dejar la plaza. ¡Valor, fuerza, ánimo y unión!, pero sobre todo, prudencia, pacifismo y organización.