No sé si será casualidad o no, pero en el último mes he recibido una llamada de una compañía de telefonía móvil ofreciéndome gratuitamente dos dispositivos para conectarme a Internet desde cualquier lugar, eso sí, tras probarlo durante diez días, debía decidir si quedármelo o no. En caso de gustarme, ya tendría que pagar la correspondiente cuota mensual, que según decía el chico, era muy asequible.
Una semana antes también había recibido la llamada de una editorial de la que tiempo atrás fui suscriptor, ofreciéndome recibir gratuitamente una revista a cambio de comprar alguno de los libros que se anunciaban en ella, según se decía, con un ahorro importante respecto a los precios en librerías.
Pocos días después igualmente recibí la llamada de un banco ofreciéndome un seguro por desempleo, por supuesto, por una pequeña cuota mensual, según se afirmaba, bastante asequible para las ventajas que me ofrecían.
Y por último, ayer recibí la llamada de una compañía de telefonía fija ofreciéndome el servicio de Internet de tarifa plana y tráfico ilimitado y llamadas nacionales a teléfonos fijos gratuitas, todo ello a muy bajo precio y sin cuota de alta.
Esta última chica, me pilló ya cansado y aún con algo de buen humor, pero tras insistirle una y otra vez, con mis argumentos para afirmar que yo no necesitaba tener Internet en casa, ni mi mujer, ni mi hija que aún viene de camino, esta contraatacaba con nuevos argumentos para tratar de convencerme que yo realmente necesitaba Internet y si no hoy, mañana y si no yo, cualquiera de mis familiares. Le dije que todo eran necesidades creadas y que yo únicamente utilizaba Internet en el trabajo o para enviar algún correo y para ello, podía apañármelas desde cualquier biblioteca o cafetería, desde el trabajo o incluso desde el móvil. Ella insistía en querer venderme su producto una vez más. Afortunadamente, la llamada acabó cortándose.
No sé qué habría pasado si hubiese dicho que sí a todas las llamadas que recibí, pero lo cierto es que necesitaría una importante suma de dinero al mes para alimentar a tantos pajarillos piando hambrientos a mi alrededor, pero por no pintarlo tan bonito, me siento como un perro al que todas las garrapatas quieren subirse, aunque te lo quieran vender todo muy bonito.
Por si fuera poco, nos suben el gas, la luz, la gasolina, la alimentación. Tampoco hay estabilidad laboral y ojo con dejar de pagar la hipoteca, cualquier factura, algún impuesto o a hacienda.