SÓLO UNA SIESTECITA

A menudo oímos que hay accidentes por dormirse al volante y generalmente acabamos pensando que los accidentes quizá siempre son cosas que les pasan a los demás por su propia irresponsabilidad al volante y que no nos afectan mucho a nosotros.
Este domingo quedé con unos amigos a las ocho y media de la mañana para dar una vuelta en bicicleta, como solemos hacer casi todas las semanas. Íbamos tranquilamente por la vía hacia el "Barranquet de Soler", cuando vimos un coche que de cara hacia nosotros, había ido invadiendo poco a poco el carril contrario hasta que nos lo vimos encima. Nos tuvimos que tirar todos hacia los lados de la carretera gritándole.
Era un coche blanco y grande, de esos de marca, marca, es decir de los que llevan las personas con mucho dinero o los que quieren aparentar que tienen dinero y no tienen otra cosa más que el coche. Dentro iban dos personas que debían tener más de treinta años, o poco les faltaría. El conductor era un hombre que iba con la cabeza completamente afianzada en la ventanilla, apoyada también sobre su brazo. A su lado iba una mujer que parecía estar despierta y mirando adelante. No sé si estaría contando duendes, pero el caso es que los dos parecían llevar una buena cogorza, que arrastrada a lo largo de la noche, ya estaba convirtiéndose en sueño. ¡Pero lo peor de todo es que iban al volante y casi nos pasan por encima!.
Al gritarle todos levantando las manos para advertirlo mientras huíamos despavoridos, levantó la cabeza y pegó un volantazo para encarrilar el coche, que si no acaba atropellándonos a nosotros, se estampa contra un gran ciprés.
Lo cierto es que siempre nos quejamos de las prohibiciones: que si no podemos fumar en el restaurante; que si no podemos tomar una copilla en la comida y después coger el coche; que si los controles de alcoholemia; que si los radares; que si el carné por puntos... Nunca tenemos en cuenta que la libertad implica responsabilidad y como de alguna manera parece que poco a poco vamos siendo menos cívicos y responsables, son necesarias unas leyes más estrictas.
Así no debemos pensar que la irresponsabilidad de unos no nos afecta a nosotros, porque al igual que las prohibiciones nos afectan a todos, las irresponsabilidades de otros también nos pueden implicar a nosotros convirtiéndonos en sus víctimas.