
Vivimos en un mundo dominado por la economía, donde el dinero es el único valor y meta posible: todo tiene un precio, se mide por él y se desea o aspira a tenerlo, sin marcar tope alguno. La riqueza económica parece imparable y nunca se gana suficiente dinero. Así el dinero es nuestra torre de Babel con la que aspiramos lograr el imaginario tope del cielo, tope que a su vez siempre nos resulta inalcanzable...